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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cansados de Blair

Más allá de su error de juicio y de los engaños con la invasión de Irak, los recortes en materia de libertades, o la reducción de prestaciones sociales, los resultados de las municipales en Inglaterra (Escocia y Gales se rigen por otro calendario) reflejan que los británicos están cansados de Blair. También lo está el propio primer ministro laborista, que ha batido el récord de permanencia en el cargo. Que su reacción al varapalo electoral haya sido limitarse a cambiar a los titulares de Exteriores e Interior, por muy importantes que sean estas carteras, indica que el impulsor del Nuevo Laborismo ha perdido comba.

Blair se presentó a las elecciones generales del año pasado prometiendo que se iría antes del final de la legislatura. Crecen las voces que le empujan a dar ese paso. La herencia que le dejará a su sucesor al frente del Labour y del Gobierno no será fácil de gestionar, pues los conservadores, ahora con David Cameron a la cabeza, un calco de Blair, no sólo han arrebatado 16 municipios a los laboristas, sino que ya en las pasadas generales se quedaron a sólo cuatro puntos de sus rivales. Entonces, la atribución de escaños por el sistema mayoritario (356 laboristas frente a 198 conservadores) borró esa mala impresión.

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Las proyecciones de las municipales a escala nacional indican que en unas elecciones generales los conservadores habrían logrado el 40% de los votos, los liberales demócratas, que no se han movido, un 27%, y los laboristas quedarían relegados a un tercer lugar, con el 26%. Aunque hayan logrado su mejor resultado desde 1992, los conservadores han moderado su entusiasmo, pues la cita de verdad todavía está a cuatro años vista; y en las elecciones del jueves, si bien han arrebatado 16 municipios a los laboristas, no han conseguido avanzar en grandes ciudades industriales, como Manchester o Liverpool.

Fruto de las tensiones sobre la inmigración y el multiculturalismo, los comicios han doblado el número de concejales del ultraderechista Partido Nacional Británico, aunque el avance ha sido menor del previsto.

Que salga de Exteriores Jack Straw -que declaró "inconcebible" un ataque contra Irán- para dejar paso a Margaret Beckett, o el polémico Charles Clarke, de Interior, de poco le servirá a Blair. La pregunta que está sobre la mesa es si el primer ministro dimitirá para ceder su lugar, como estaba pactado, al responsable de Hacienda, Gordon Brown -un escocés de calado, pero que no ha mostrado el mínimo interés por Europa-, o provocará una contienda interna en su propio partido para designar a su sucesor. En todo caso, el mensaje de los electores ingleses está claro: es hora de pensar en irse, Mr. Blair.

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