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El Festival de Tribeca crece e invade Nueva York en su quinta edición

El actor estadounidense Robert de Niro se inventó el Festival de Cine de Tribeca en 2002 con la intención de revitalizar económicamente su barrio neoyorquino, Tribeca, el que más sufrió las consecuencias de los atentados del 11-S. La quinta edición de un festival que comenzó mostrando 75 filmes en los multicines más al sur de la ciudad, arrastrando hasta la vapuleada zona a 35.000 cinéfilos, es ya un encuentro cinematográfico de dimensiones prácticamente inabarcables, con 170 largometrajes de 42 países y una treintena de cortos.

Ya no se trata de mejorar la economía de Tribeca, sino de ser el festival más grande de Estados Unidos. Y si para ello hace falta ocupar toda la isla y abandonar Tribeca, que así sea, parecen haber pensado sus organizadores.

Durante las pasadas ediciones, De Niro había conseguido una verdadera sensación de comunidad y de encuentro en el barrio de Tribeca, donde era posible cruzarse a cineastas y actores famosos o anónimos en los cines, bares y restaurantes de la zona y saltar de una película a otra en apenas unos minutos. Pero con la ambiciosa dispersión a lo largo y ancho de la isla de estrenos mundiales como Misión Imposible III y proyecciones independientes norteamericanas e internacionales, la sensación de que hay un festival en marcha ha quedado diluida entre la inmensidad de la oferta cultural neoyorquina y sólo es posible sentir su presencia gracias a la publicidad.

A pesar de la dispersión, Tribeca continúa ganando puntos entre los críticos y miembros de la industria, que ya admitieron el pasado año su consolidación como festival de cine independiente y que este año han vuelto a aplaudir la programación, aunque ofrezca, según algunos, demasiadas películas.

Los filmes relacionados con Nueva York siguen siendo parte fundamental del festival, como se demostró eligiendo para la inauguración del festival la esperada United 93, la película sobre el avión que se estrelló en Pensilvania el 11-S. Pero la oferta abarca desde documentales y ficciones iraníes a parodias sobre la obsesión con el terrorismo, como Civic Duty, o críticas al mundo televisivo, como TV Set. Dos coproducciones españolas compiten en la sección oficial: Iluminados por el fuego, de Tristán Bauer, y La niebla en las palmeras, de Lola Salvador y Carlos Molinero. Madeinusa, de Claudia Llosa, se muestra en una sección paralela.

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