Despierta un gigante dormido
Los hispanos muestran su fuerza en EE UU al superar el millón de manifestantes
El gigante dormido se ha despertado. Más de un millón de seguidores apoyaron el boicoteo en defensa de los derechos de los inmigrantes hispanos en Estados Unidos, cerrando negocios y escuelas en al menos 40 Estados de la Unión y tomando las calles de las grandes ciudades. Más de 600.000 manifestantes en Los Ángeles, según la policía. Más de 400.000 en Chicago. Desde Providence a San Diego; desde Anchorage a Atlanta, en el llamado día sin inmigrantes, cientos de miles de personas y los grupos que simpatizan con su causa en EE UU lanzaron un grito de protesta al denunciar la "criminalización" de los indocumentados y exigir su "legalización total".
Las manifestaciones de hispanos marcan un antes y un después en el futuro de esta comunidad de más de 40 millones de personas, la primera minoría de EE UU. El impacto económico está por determinar, y aunque todo apunta a que fue mínimo, los economistas dicen que la huelga de un solo día no suele dejar huella en las cuentas.
The New York Times editorializaba ayer Sí, ellos son América. Tras la jornada del Primero de Mayo, los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos -entre 11 y 12 millones, según el Pew Hispanic Center- se enfrentan a una dura prueba: demostrarse a sí mismos si son capaces de pasar de las marchas multitudinarias a un movimiento social.
Según los expertos, sólo en Washington, estaríamos ante la mayor huelga habida en décadas. Parroquias, agrupaciones locales, sindicatos... movilizaron a miles de personas entre mediados de marzo y mediados de abril para exigir una reforma de la ley de inmigración. La presencia inmigrante en las calles ha estado movida por la frustración de ver cómo se les criminalizaba con el proyecto de ley aprobado el pasado diciembre por el Congreso. El Senado retomará, probablemente esta semana, el debate de la ley de inmigración. Será entonces cuando empiece a probarse el efecto de la huelga.
De forma mayoritaria según las encuestas, los ciudadanos estadounidenses creen que la demostración de fuerza de los inmigrantes hispanos con una jornada de paro no ha sido "lo más adecuado": faltar a la escuela y al trabajo es un mensaje equivocado y no funciona como un ejercicio de poder económico. Algunas organizaciones hispanas aconsejaron no secundar los paros.
Para los protagonistas del día sin inmigrantes, el debate sobre la reforma de la ley de inmigración "ha despertado a un gigante dormido", opina Paulina Arenas. Mexicana, de 42 años, con dos hijos nacidos en suelo estadounidense y, por tanto, ciudadanos de EE UU. "Hemos puesto de relieve que podemos cambiar las cosas, que tenemos voz, y mis hijos tendrán voto", asegura esta limpiadora. Aunque más del 80% de los afectados son hispanos, comunidades como la asiática o la africana también tienen intereses en la nueva ley que salga del Capitolio.
Como casi siempre en EE UU, frente a la protesta se vivió la contraprotesta. En esta ocasión, muy minoritaria. En Washington, un grupo de unas 150 personas cuestionaban a gritos a los manifestantes: "¿Qué parte del término ilegal no entendéis?". "Cuando la ley la dicta una masa de extranjeros ilegales que toman las calles, concretamente bajo una bandera extranjera, esto significa que la nación no está gobernada por la ley, sino por la canalla". Hablaba Jim Gilchrist, uno de los fundadores del proyecto Minutemen, un grupo de patriotas voluntarios que patrullan la frontera de EE UU con México a la caza de ilegales.
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