¿Saben aquél que 'diu'...?
¿Saben aquél que diu que Andalucía es una realidad nacional, eh...? ¿Y entonces los catalanes, qué somos, un asteroide que navega por el universo? ¿Saben aquél otro que también diu que había un murciano, un cántabro y un extremeño que querían asimismo ser realidades nacionales? Y entonces llegó el "conseller primer" de la Generalitat, Josep Barballó, a vueltas con el asteroide catalán y diu: "Si ellos son realidad nacional, nosotros tendremos que ser por lo menos realidad nacional y dos huevos duros".
¿Saben que a la mayoría de los andaluces les importaba un bledo hasta hace tres días ser una nación o una realidad nacional, y que pasaban el tiempo mirando el entretenimiento lingüístico de sus políticos desde el sofá que cada andaluz tiene en la república independiente de su casa? ¿Saben que así era hasta que demasiados comentaristas, tertulianos, algún dirigente político y editorialistas de diversa índole desenterraran la pandereta de guerra y volvieron a poner a la chacha de la tele, al jornalero subsidiado, al señorito a caballo y a la corrupción en Marbella como ejemplos de nuestra idiosincrasia? ¿Y que lo han hecho para chotearse, en pleno debate político estatutario, de la posibilidad de que Andalucía sea una realidad nacional? ¿Saben que desde ese día a muchos andaluces les ha empezado a interesar de verdad este asunto. Y que esta reforma, que tan lejos estaba de la conciencia regional que propició la manifestación del 4 de diciembre de 1977 y el estatuto que salió del 28-F de 1980, recuerda al rechazo que entonces provocó que aquel Gobierno central intentara impedir que Andalucía lograra acceder a su autonomía por la misma vía que las comunidades históricas?
Es verdad que el 90% de los andaluces considera que Andalucía no es una nación, pero son más los que están dispuestos a reclamar el mismo techo competencial que ahora tendrá Cataluña. El discurso del agravio comparativo se ha convertido en una bandera política. Quién la levante hace el agosto en las próximas elecciones autonómicas, y es el PSOE andaluz el que ya se ha aferrado al mástil. IU lo sujeta por la cintura para que con sus empujoncitos la bandera vaya ondeando. De lejos, se ve al PA emperrado en que Andalucía necesita otra bandera más grande. Y a su lado el PP anda algo aturdido en medio de esta marejada política. El PP-A está sin trapo, sin mástil, y sin bandera a la que agarrarse.
Los andaluces han funcionado muy bien cuando han tenido que movilizarse en defensa propia, como se demostró en aquel intento de imponer la autonomía por el artículo 143 de la Constitución. Un referéndum en Andalucía sobre el nuevo Estatuto corría el riesgo de tener menos participación que el de la Constitución Europea. Pero esa misma cita convertida en un pulso para lograr que Andalucía se mantenga en el mismo peldaño competencial que Cataluña, Euskadi o Galicia, va a provocar que voten a favor hasta los que no están de acuerdo con colocar en el preámbulo esa extraña definición de "realidad nacional".
¿Saben aquél que diu que había un diputado del PSOE que le diu a otro del PP en Andalucía: "Tengo un estatuto de autonomía que nos va dar competencias y progreso para los próximos 25 años, nos va a aumentar las transferencias del Estado y las posibilidades de elevar la recaudación, nos va a entretener al personal durante varios años y nos mantendrá en igualdad de condiciones con catalanes, vascos y gallegos?" Entonces va el diputado del PP y le responde: "Te lo compro, porque estoy de acuerdo en un 90%". A los pocos meses se encuentran y el diputado del PP le dice al del PSOE: "Oye tío, que ese estatuto que me vendiste rompe España, perdemos dinero con la financiación, y dice que somos una realidad nacional y nadie se lo cree". Y el diputado del PSOE le contesta: "Sí, sí, tu sigue hablando mal del estatuto, como hizo UCD en 1980, que así vas a ganar las elecciones alguna vez en Andalucía".
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