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Las empresas españolas dan el salto a Europa impulsadas por la bonanza

Constructoras, bancos y empresas de servicios realizan las mayores operaciones

Las multinacionales españolas han subido, en apenas dos años, a la primera división de la competitiva liga empresarial. Y lo han hecho a golpe de talonario y en Europa. La búsqueda de masa crítica en una economía cada vez más globalizada y la necesidad de diversificar riesgos han focalizado su apuesta inversora en mercados casi inabordables hace tan sólo un lustro, cuando sólo parecía existir Latinoamérica. La partida se juega, sobre todo, en el más abierto, Reino Unido, y en los más afines, Italia y Francia. Los expertos atribuyen a la década de bonanza económica que vive España, los elevados beneficios y al aumento de liquidez la actual ola de grandes operaciones.

El fenómeno va más allá del agotamiento relativo de Latinoamérica como destino y de la reticencia del inversor extranjero al populismo de algunos regímenes de la región. "A las empresas españolas les costó mucho creer que podían competir en países como Francia o el Reino Unido. No tenían claro, como sí ocurría en Latinoamérica, que pudieran aportar mucho", señalan fuentes de Goldman Sachs, para quien las multinacionales gestadas en España son ya "enormemente respetadas en Europa".

De pronto, se ha vuelto normal que Metrovacesa engulla a la primera inmobiliaria de Francia, Gecina. O que Sacyr se atrinchere en la constructora, también gala, Eiffage. O, más impactante todavía, que el Santander suelte 13.467 millones de euros y se quede con el sexto banco británico, Abbey National. O que BBVA, pese a su interés por Europa algo enfriado por la pesadilla de la Banca Nazionale del Lavoro, se esté posicionando en un mercado aún más colosal como es el de EE UU, donde el grupo Santander ha hincado el diente a Sovereign Barcorp. Otras empresas como Aguas de Barcelona (Agbar) y su oferta por Bristol Water, no se quedan atrás.

"La razón básica es la evolución de la economía y el incremento de beneficios de las empresas", apunta Juan José Toribio, director de la escuela de negocios IESE en Madrid, para quien este factor se completa con "el importante aumento de la liquidez" o la facilidad para movilizar recursos que supone poder endeudarse a un tipo de interés y fijo a medio y largo plazo.

En los dos últimos ejercicios, la economía española ha crecido un 3,2% (2004) y un 3,4% (2005). Los beneficios de las empresas del Ibex 35 aumentaron de media un 20%, hasta los 24.882 millones de euros en 2004, y un 47,5% (sin Inditex) en 2005.

David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), para quien la empresa española "se ha quitado complejos por la mayor formación de sus profesionales", destaca como aspecto positivo que "cuando llegue la fase baja del ciclo económico, las empresas podrán mantener sus resultados con las ganancias del extranjero".

El último golpe lo ha dado Abertis, al anunciar su unión amistosa con la italiana Autostrade. Formarán el primer grupo de autopistas del mundo, operación que llega poco después de que el grupo español se convirtiera en el único foráneo que logró una adjudicación de autopistas del Gobierno francés, Sanef.

"Estábamos acomplejados. Europa estaba cerca, pero su nivel parecía años luz", dice Josep Martínez Vila, director general de Gestión Corporativa de Abertis. "La evolución de la economía española en los últimos años ha sido brutal y las empresas se han transformado", señala, mientras constata la "admiración confesada de nuestros colegas en un momento en que en Europa, salvo en energía, las operaciones de envergadura están algo paradas".

Los movimientos no siempre son amistosos. Que una compañía española de origen familiar como Ferrovial se atreva a librar un pulso hostil para hacerse con el mayor gestor de aeropuertos del mundo, BAA, en el Reino Unido, hubiera parecido suicida no hace muchos años. Y ello a pesar de que las primeras incursiones de la constructora controlada por la familia del Pino en mercados como el norteamericano o el europeo comenzaron hace ya siete años, y que en 2005 anunciara una avalancha de compras y concesiones. En Europa y EE UU. La oferta de Ferrovial por BAA, de 12.600 millones de euros, rechazada por "insuficiente" por el consejo de BAA, batalla con la contraoferta de un consorcio liderado por Goldman Sachs.

Es una cifra robusta, pero no tanto como los 26.000 millones que le costó a Telefónica su envite por O2, segundo operador de móviles del Reino Unido que le abrió paso en Alemania e Irlanda. Fue un hito que llegó después de la mayor inversión española en Europa del Este, en la checa Cesky Telecom. "El mercado de las telecomunicaciones tiende a la concentración. Hemos ganado tamaño para lo que se avecina, para sobrevivir", explican fuentes de Telefónica, que considera "críticos" los mercados de Reino Unido, Alemania, España, Francia e Italia. Y estos dos últimos le faltan, añade la operadora participada por BBVA y La Caixa. Fuentes de la caja, que cuenta con la mayor cartera industrial de España, subrayan que la entidad "anima" a sus participadas a "aprovechar las oportunidades que surjan en cualquier parte del mundo, si son en beneficio de la empresa y sus accionistas".

"Mercados fragmentados como el europeo atraen a los inversores por la perspectiva de la concentración, y la ola actual se justifica por movimientos tan agresivos como defensivos. Todos se protegen para competir en un mercado global", corrobora Carlos Mas, socio responsable de consultoría de negocio de PricewaterhouseCoopers (PwC). Aunque Mas advierte de que la gran oleada llegará de la mano de Brasil, Rusia, India y China.

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