El maestro y el pretendiente al trono
En el décimo aniversario de Musicadhoy, la ópera ocupa un lugar de privilegio, no tanto por el número de espectáculos a ella dedicados sino por el interés de los mismos. Xavier Güell ha hilado fino en una programación que continuará con obras de autores como Julio Estrada y Morton Feldman, después de que anteayer Luis de Pablo y Jesús Rueda, compositores representativos de dos generaciones españolas, presentasen en Madrid el mismo programa con el que comparecieron en la última Bienal de Venecia, es decir, un fragmento de algo más de media hora de Orfeo, con música y libreto de Jesús Rueda a partir de las Metamorfosis, de Ovidio, y las Geórgicas, de Virgilio, y la ópera de cámara Un parque, con música y libreto de Luis de Pablo, a partir del drama Sotoba Komachi, de Yukio Mishima, inspirado a su vez en una pieza de teatro nôh del siglo XIV.
Operadhoy 2006
Fragmento de Orfeo, de Jesús Rueda, y Un parque, de Luis de Pablo. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Luca Pfaff. Dirección de escena: Ignacio García. Con Antoni Comas, Pilar Jurado y Luis Calero. Con la colaboración de EL PAÍS. Teatro Albéniz. Madrid, 25 de abril.
El director de orquesta Luca Pfaff marca la única diferencia de repartos entre Venecia y Madrid. Pienso que para bien, al menos en el caso de Luis de Pablo. La representación, en su conjunto, funcionó mejor en el Albéniz que en el Piccolo Arsenale. Los cantantes estuvieron aquí y allí soberbios.
La obra de Rueda es una parte de una ópera que se va a estrenar en 2007, con lo que cualquier valoración global es gratuita, pues puede ir cambiando en función de la relación con otros fragmentos de la opera completa. Considerada como ente autónomo, está técnicamente bien construida y apunta detalles que pueden llevar a cotas muy estimulantes. Posee música de entidad y refleja la imaginativa personalidad de su autor.
La quinta ópera de Luis de Pablo es una joya y demuestra la madurez del compositor, en su exploración de tratamientos equilibrados y enriquecedores de la palabra y el canto, y en la lujuria de una orquestación esplendorosa en función del drama. Drama intimista, por supuesto, con una carga importante de misterio y fantasía. No es extraño que De Pablo haya escrito el libreto (también Rueda, qué curioso) y son reveladoras las fuentes de inspiración a que ha recurrido el culto compositor bilbaino. Por encima de todo yo destacaría la adecuación de la música a lo que se está contando, la matizadísima tensión dramática en cada momento y la amplitud de recursos para diferenciar cada mínima situación. En fin, el oficio. No como rutina, sino como despliegue de imaginación creadora.
Babelia
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