Mas anuncia una férrea oposición tras el referéndum para lograr que el tripartito "no dure ni un año"
Tregua hasta el referéndum, pero después guerra abierta. El líder de Convergència i Unió (CiU), Artur Mas, anunció ayer una oposición implacable contra el tripartito para lograr que dentro de un año, en la festividad de Sant Jordi, los nacionalistas hayan recuperado la presidencia de la Generalitat que las izquierdas les arrebataron en 2003.
Convergència i Unió lanzará la alternativa de Mas tras el referéndum sobre el Estatuto del 18 de junio. Hasta entonces, la federación nacionalista se ha comprometido a decretar una tregua al Gobierno catalán para que nada pueda impedir una "clara victoria" del sí en la consulta popular.
Ese es el gran objetivo de los nacionalistas hasta el 18 de junio porque, como manifestó el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, "lo peor que le podría pasar a Cataluña es que el Estatuto pasara por los pelos y con una baja participación". Tras esa fecha, la meta de los nacionalistas será conseguir que el tripartito "no dure ni un año", se comprometió Artur Mas en la tradicional recepción oficial con motivo de la festividad de Sant Jordi.
Quizá por esa promesa, ayer fue Esquerra Republicana, y no Maragall, el blanco de los ataques de Mas. Al presidente sólo le reprochó "que haya entorpecido" el proceso de aprobación del Estatuto y su "punto de rencor" por criticar a CiU en vez de "buscar la unidad" del tripartito. "Humanamente entiendo que esté [Maragall] enfadado y decepcionado, porque los suyos le han tenido poco en cuenta", afirmó Artur Mas.
Mucho más duro se expresó contra los republicanos, al calificar de "tomadura de pelo" su posición respecto al nuevo Estatuto. "O se está por el sí o por el no, dos opciones legítimas, pero un voto blanco o nulo supone una incoherencia que degrada la vida política y colectiva de Cataluña", afirmó. Por esta razón, el líder de CiU instó a Esquerra a votar en contra de la reforma y abandonar el tripartito.
El líder del PP catalán, Josep Piqué, centró sus críticas contra Pasqual Maragall, a quien reclamó "una actitud estrictamente institucional y neutral en el debate" sobre el Estatuto, y rechazó, por inconstitucional, que la reforma sea un "pacto entre dos soberanías, la catalana y la española", como había afirmado con anterioridad el presidente de la Generalitat. A Piqué también le molestó que Maragall diera por hecha la aprobación del texto estatutario cuando todavía está pendiente la tramitación en el Senado, que empieza hoy.
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