Petróleo y poder: la dependencia
'ENERGÍA Y PODER' es el título de un libro de la profesora de la Universidad de Wollongong -Australia- Sharon Beder, que trata sobre la privatización y desregulación de la energía eléctrica a raíz del escándalo Enron desde posiciones muy críticas (Fondo de Cultura Económica). Ésta es una de las polémicas que confluyen en el sector energético de hoy, pero la primera, por actualidad, tiene que ver con el precio y las existencias del petróleo y sus consecuencias en el crecimiento económico mundial.
Sobre el futuro del crudo como materia prima hay distintos puntos de vista entre los expertos. Emilio Figueroa, ingeniero industrial conocedor del sector, acaba de publicar un estudio titulado El comportamiento económico del mercado del petróleo (Ediciones Díaz de Santos) en el que defiende que el petróleo, como mineral físico que es, no se acabará nunca; un buen día los consumidores no estarán dispuestos a pagar por explotar y desarrollar nuevas reservas de mineral y el mercado se irá reduciendo hasta desaparecer. Seguirá habiendo petróleo bajo tierra pero sin utilidad económica, por lo que poco importará su cantidad y mucho menos su coste. No es exactamente ésa la opinión de Mariano Marzo, profesor de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona, que recuerda que el petróleo no se encuentra formando bolsas en el subsuelo sino impregnando los poros existentes entre las partículas minerales que integran las rocas. Utilizando el café como un símil, resulta que el fluido por extraer no está contenido en un termo, sino empapando terrones de azúcar. Escribe Marzo: "Esta inocente curiosidad científica resulta importante para comprender la irrelevancia de la típica y tópica pregunta de cuándo se acabará el petróleo. Como sucedería en el caso del terrón, siempre quedará fluido por extraer, de modo que la respuesta es simple: nunca. Lo que sí debemos plantearnos es otra pregunta mucho más importante: ¿podrá la extracción de crudo seguir en las próximas décadas el tirón de la demanda?".
España depende de un grupo reducido de países para sus importaciones de energía: Rusia, Argelia, Nigeria, Libia, Arabia Saudí y México. Lo que pasa en el golfo Pérsico y en África es de interés primordial
Ante esta coyuntura -y el hecho de que el barril de crudo esté superando ampliamente los 70 dólares (en términos reales, cantidad muy parecida a la de finales de la década de los setenta, cuando la guerra entre Irak e Irán)- la fragilidad de España es muy alta, por su alta dependencia tanto de los hidrocarburos problemáticos como de su importación. Las reservas españolas de gas y petróleo son testimoniales. Según Paul Isbell, investigador principal de Economía y Comercio Internacional del Instituto Elcano y autor de un informe titulado La dependencia energética y los intereses de España, la situación es la siguiente: la producción en nuestro país de petróleo y gas, limitada a un puñado de yacimientos pequeños, cubre menos del 0,4% y del 0,9% respectivamente, de su consumo interno anual. De los casi 1,6 millones de barriles de petróleo consumidos diariamente en 2004, más del 99,6% fueron importados; más del 99% del gas consumido en el mismo año (una cantidad equivalente a 0,5 millones de barriles diarios de petróleo) fue importado. En comparación, la Unión Europea (UE) depende de las importaciones de petróleo (casi el 75% del consumo total) y gas (alrededor del 50%) bastante menos que España.
Geográficamente, nuestro país depende de un grupo reducido de países para sus importaciones de energía, fundamentalmente Rusia, Argelia, Nigeria, Libia, Arabia Saudí y México. No todos ellos son fiables en sus suministros o en sus políticas. Si consideramos el hecho de que más del 75% del total de las importaciones españolas de petróleo viene de regímenes no democráticos o inestables (los de Oriente Próximo, África o Rusia) "llegamos rápidamente a la conclusión de que la economía española padece un alto grado de riesgo político". Isbell concluye que lo que pasa en el Golfo Pérsico y en África del Norte y Occidental es de interés primordial para España a la vista de su dependencia energética.
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