Un pequeño parque de pisos de inclusión social

El Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha los pisos de inclusión social el año pasado. De momento hay nueve, en mayo se abrirán tres más y otros seis en julio. Serán los primeros 18 de los 50 marcados en el Plan Municipal de Inclusión Social. En principio estarán distribuidos de forma equilibrada en 7 de los 10 distritos de la ciudad, aunque Ciutat Vella y Les Corts son los que tendrán más viviendas de ese tipo, con seis por distrito.

Se trata de pisos de ocupación temporal, que pueden ser compartidos y cuentan con apoyo socioeducativo que descansa en un par de monitores que se encargan de controlar que no surjan problemas serios de convivencia entre los ocupantes de la vivienda y con el resto de los vecinos.

Las plazas en los pisos de inclusión tienen, en principio, una duración de seis meses, aunque se pueden prorrogar medio año más. Es un programa dirigido a personas que ya han sido atendidas y han entrado en otros programas de los servicios sociales pero que no tienen un grado de autonomía suficiente o los recursos necesarios para acceder a una vivienda.

Los pisos pueden acoger a personas solas, hombres o mujeres, o familias de todo tipo de modalidades. Quien se acoja a ese programa tiene que aceptar y mantener un plan de trabajo social y debe corresponsabilizarse de sus propios gastos en la medida que pueda.

La experiencia del primer turno de ocupantes de los pisos sociales ha sido buena. Así lo dice con ilusión Gloria Columinas, que insiste en que el problema de la vivienda está causando estragos en capas sociales cada vez más amplias: "Si falla el trabajo, la vivienda no es de propiedad y no tienes un entorno familiar que te apoye se puede acabar en la calle". Cuenta que eso está pasando a personas de mediana edad que tienen muchos problemas para recolocarse y, en consecuencia, para pagar un piso. "En las grandes ciudades, además, el entorno familiar está desapareciendo, con lo que la red familiar tampoco existe, y se produce el drama", añade.