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Columna
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Pesadilla en Tripartit

El drama empieza cuando el director del Institut Ramon Llull, Xavier Folch, dimite por desavenencias con la consejera de Cultura, Caterina Mieras. Dios mío. Se produce el pánico en el mundo de las letras. ¡Francfort está a la vuelta de la esquina y todavía no tenemos montado ni el stand! Hace falta otro director del Ramon Llull urgentemente. Si no, vamos a ser el hazmerreír de todo el mundo o, para decirlo al modo Bru de Sala, "vamos a ser la riota".

Todos los que trabajan en el departamento empiezan a pensar nombres para sustituir a Folch. Se ponen a pensar los secretarios, los jefes de prensa, los chóferes y los jardineros. Alguien propone el nombre de Isabel Coixet, pero se descarta por si se le ocurre crear la nueva Consejería de las Nubes Rosas de Algodón. Se piensa en mosén Ballarín, un cura querido por todos; en Sergi Arola, cocinero y anunciante de pan tostado; en Judit Mascó, madre y modelo, y hasta en Montserrat Minobis, mujer ante todo. Es en vano. No hay consenso. Con la desesperación, se llega a proponer el nombre de Enric Marco, ex creu de Sant Jordi, que al menos es alguien con mucho tiempo libre y que no ejerce ningún cargo que pudiera resultar incompatible.

Mientras, centenares de escritores llaman a Mieras para ofrecerse. "Yo", le explica uno, "en la actualidad ya soy director de un instituto, el IES Floquet de Neu, pero pago dos pensiones de divorcio y no llego a final de mes. Creo que podría desempeñar el cargo con total dedicación a la patria, como ya lo desempeñé en la etapa convergente".

Al fin, una mente sensata decide un nombre. El del periodista Emilio Manzano. La lástima es que presenta un programa de libros en BTV, caramba. Es un programa que tiene prestigio, un premio Ondas... Cualquier otro director del Ramon Llull podría compaginar el cargo con el de presentador del programa, pero ya se sabe. Manzano es un puntilloso y seguramente saldrá con el rollo de las incompatibilidades. Así es. Manzano anuncia que acepta el cargo, pero que deja el programa. Qué contratiempo.

Entonces, se producen las llamadas al director de BTV. "Yo soy poeta y hace 10 años que preparo una novela", le explica uno, "y creo que podría ser el presentador idóneo para el Saló de lectura, el que terminaría de una vez con el jijí jajá".

Pero entretanto, los catalanes no duermen pensando en nombres y más nombres para el cargo de consejero de Cultura. ¿Tal vez Oleguer Presas, que acaba de publicar un libro? ¿O tal vez Sandro Rosell, que acaba de publicar otro y además ha declarado que su novela preferida es Orzowei? Pero no. Estos dos probablemente tendrían la cabeza más puesta en el fútbol que en la feria de Francfort. (Por esta misma razón se me descarta a mí).

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Y en estas que se produce un contratiempo más. Pasqual Maragall destituye a la consejera de Cultura, Caterina Mieras. Dios mío. Si la consejera de Cultura deja el cargo, ¿era necesario que dimitiera el director del Llull? ¿Y era necesario que el director del programa de libros Saló de lectura dimitiera para poder ser el nuevo director del Llull? Tal vez no, pero eso ahora no es lo más importante. Lo más importante es encontrar a un sustituto para Mieras.

Alguien tiene una idea. Tal vez Joan Barril y Joan Ollé. Ellos, en tanto que pareja artística, podrían ser un excelente consejero bicéfalo. Harían unos discursos en el Parlament llenos de buenos propósitos y poesía. Pero por desgracia, si aceptasen no podrían seguir presentando su programa L'Illa del Tresor, y eso sería una pérdida terrible para Cataluña. Calma. Se podría buscar una pareja sustituta para el puesto. Por ejemplo, Àdam Martín y Elisenda Roca. Pero no, no es buena idea. Nadie se los imagina en bata de colegial, requisito imprescindible para hacer el programa de Ollé y Barril. Así que, finalmente, una mente sensata propone el nombre de Ferran Mascarell. El único problema, ahora, pues, es qué hacer con Caterina Mieras. Tranquilos. Calma. Sólo hay que pensar un poco. ¿Y si le damos a ella el programa de libros Saló de lectura? De este modo, en Francfort, entrevistaría a Manzano.

moliner.empar@gmail.com

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