Escalofrío en la campiña
La nueva novela de Carme Riera, El verano del inglés, como sucedía en la anterior, La mitad del alma, también está narrada en primera persona. Pero el perfil sociológico de esta narradora nada tiene que ver con aquélla, que era novelista. Este detalle no es menor, dado que colabora no poco en el dibujo de alguien a quien tenemos que poner mucha atención por la escalofriante naturaleza de su relato. Carme Riera no esconde el registro de su historia. Incluso nos da claves inequívocas. Estamos en el territorio de la novela de suspense, con algunas pinceladas de Psicosis del maestro Hitchcock, el aire gótico de Cumbres borrascosas y la ambigüedad abismal de Otra vuelta de tuerca de Henry James.
EL VERANO DEL INGLÉS
Carme Riera
Traducción de la autora
Alfaguara. Madrid, 2006
147 páginas. 14 euros
El verano del inglés nos relata la peripecia de Laura Prats, una mujer de 49 años que trabaja en el sector inmobiliario y que le parece mentira que haya personas que crean lo que ocurre en una novela. Su propósito inmediato, cargado de una entrañable urgencia, es aprender inglés de una vez por todas. No saber esta lengua le ha impedido ascender en su trabajo. Su decisión es irrevocable y por ello se pone en campaña por Internet para dar con el mejor sistema. De esta manera, acuerda con una profesora particular en la misma Inglaterra. El curso durará un mes bajo la férrea disciplina de Mrs. Grose. Laura se desplaza hasta el pueblo donde la espera su profesora. Desde allí, Mrs. Grose y Laura se internan en una zona absolutamente aislada. La casona que albergará a Laura indica enseguida la atmósfera entre bucólica y monacal que le espera. A partir de aquí la novela discurre por la dinámica de toma y daca entre la profesora (descrita con envidiable ironía y sentido del humor, teniendo en cuenta que también debe recordarnos a una típica institutriz de novela gótica) y la narradora. Se supone que el relato de Laura, una carta a un juez, intenta convencerlo y convencernos de que ella ha sido víctima de una atroz experiencia.
Carme Riera ha urdido una
historia en la que nunca sabremos (como nunca lo sabremos en Otra vuelta de tuerca, de la que la autora catalana extrae el nombre de su peligrosa profesora) exactamente qué es verdad y qué es alucinación, simulación, mentira o crimen. Este cometido está cumplido con meridiana eficacia. Pero además, hay que destacar el dibujo de Mrs. Grose, con esa facha de ama de casa hortera cantando clavelitos, que invita a la carcajada pero también a una cierta dosis de zozobra de buena ley. Esta novela parece el ejercicio de quien se impone un desafío difícil: escribir una novela de terror y que realmente alcance su objetivo. Lo alcanza. Y lo hace porque, entre otras bondades, lo auténticamente verdadero que ocurre en esta novela es la obsesionante relación entre las dos mujeres. La ligazón inquietante y a la vez algo hilarante que se establece entre ambas. Esto es parte de un oficio perfectamente conocido. Riera acierta plenamente también en el uso de la lengua literaria, que no es otra que la que exige una novela breve. Breve y redonda. El verano del inglés es un excelente divertimento. Así debe leerse y así debe disfrutarse.
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