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Reportaje:ESCAPADAS

El dragón de media legua

Parece mentira que un monumento de la talla de éste -2.516 metros de perímetro, por tres de espesor medio y 12 de altura- no tenga padres conocidos, ni día de cumpleaños. Es como si un dragón con nueve ojos (puertas), 88 costillas (torres) y 2.500 placas dorsales (almenas) hubiese aterrizado en Ávila un día de amnesia general, 900 o 1.000 años ha. Las viejas crónicas dicen que la primera piedra fue puesta en mayo de 1086 y que 1.900 obreros trabajaron durante nueve años dirigidos por el italiano Casandro Colonio y el francés Florín de Pituenga, maestros de geometría. Suena creíble, pero estudios más recientes y mejor fundados apuntan a la segunda mitad del siglo XII y a un autor de mentalidad árabe. O sea, que el padre de la criatura podría ser mudéjar.

Lo que no admite discusión es que estamos ante la muralla medieval mejor conservada de España y ante la visita más interesante de Ávila. Un kilómetro, de los dos y medio que tiene, se puede recorrer por la parte de arriba, por el restaurado adarve, sobrevolando las iglesias románicas y los jardines de las mansiones medievales, y el resto por el exterior, rastreando las lápidas y los verracos que asoman por doquier, vestigios de tumbas romanas y cercas vetonas que se tragó hace nueve siglos este dragón caído del cielo.

Los nativos, que son los que saben, aconsejan empezar la vuelta en la puerta del Alcázar, que se alza majestuosa junto a la plaza del Mercado Grande, frente a la iglesia románica de San Pedro. Desde aquí se puede andar, por lo alto de la muralla, un tramo de 252 metros, llegando por un lado hasta el palacio Episcopal, donde hay una soberbia vista de la sierra de la Paramera, y por otro, hasta el cimorro o ábside de la catedral, el cual está guarnecido con tres barreras de almenas, como si fuera una casa fuerte, y no la de Dios.

Rodeando el cimorro por la calle de San Segundo, nos acercamos a la puerta del Peso de la Harina, donde arranca el segundo tramo rehabilitado del adarve: el de Carnicerías-Ronda Vieja. De 766 metros de longitud, nos va a permitir contemplar como los ángeles la basílica de San Vicente -gloria del románico abulense- y los palacios de los antiguos nobles -Sofraga, Águila, Bracamonte...- que se pirraban por la zona alta de Ávila, como se pirran las cigüeñas por la espadaña de la puerta del Carmen, punto final de este tramo.

Para completar la vuelta -una hora, en total-, rodearemos los 1.498 metros restantes de muralla pasando por delante de cuatro puertas: la del Puente, sobre el río Adaja; la de la Malaventura, con su trágica leyenda; la de Santa Teresa, que está a dos pasos del Centro de Interpretación del Misticismo, y la del Rastro, junto al paseo homónimo, el preferido de los abulenses, soleado, con vistas y al socaire de la muralla, en el regazo del dragón.

Judías y yemas

- Cómo ir. Ávila dista 115 kilómetros de Madrid por la A-6 hasta Villacastín y luego por la AP-51. Se puede ir en tren (902 240 202) y autobús (920 229 520).

- Visita. Muralla (920 25 50 88): los dos tramos rehabilitados del adarve se abren a diario, excepto lunes, a las 10.00; el tramo del Alcázar cierra a las 19.30 y el de Carnicerías-Ronda Vieja, a las 19.15; entrada conjunta, 3,50 euros.

- Comer. Mesón del Rastro (920 211 218): judías del Barco, chuletón y asados; 25 euros. El Almacén (920 254 455): caramelo de avileño con tempura de hoja de puerros; 30-35 euros. Doña Guiomar (920 253 709): recetas tradicionales con toques de autor; 36 euros.

- Dormir. La Sinagoga (920 352 321): templo judío del siglo XV, con patio acristalado; doble, 80 euros. Palacio de los Velada (920 255 100): con soberbio patio renacentista; 107 euros. Parador Raimundo de Borgoña (920 211 340): antiguo palacio Piedras Albas, adosado a la muralla; 120 euros.

- Compras. Chuchi Pasteles (San Segundo, 24): yemas, pastas de té y tartas.

- Más información. Centro de Recepción de Visitantes de Ávila (avenida de Madrid, 39; 902 102 121; www.avilaturismo.com).

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