Exceso de cercanía

En determinadas ocasiones, la cercanía del artista con el personaje que pretende representar en una obra, más que ayudarle gracias a una pasión y a un conocimiento innegable, le perjudica por falta de perspectiva.

Eso es lo que le ocurre al documental Cuadernos de contabilidad de Manolo Millares, realizado por su sobrino Juan Millares Alonso, y excesivamente controlado por la hija del protagonista, Eva Millares, encargada de las entrevistas de la película y omnipresente incluso cuando no es estrictamente necesario.

La película afronta la existencia de Manolo Millares (pintor abstracto, nacido en 1926 y fallecido en 1972, caracterizado por utilizar en sus trabajos materiales como la arpillera, la madera o la piedra) más como el dibujo de una época que como el retrato de un artista.

Su obra y la importancia de su trabajo apenas se esbozan en el último tercio y hasta entonces el documento dedica su tiempo a mostrar los vaivenes de la historia de España en buena parte del siglo XX, a través de la pluma de Millares y de su rúbrica en unos diarios escritos precisamente en los cuadernos de contabilidad que dan título al filme.

En una decisión que podría haber conllevado entusiasmo, cercanía y delicadeza, los textos son leídos (tanto en off como directamente a cámara) por su hija Eva; sin embargo, la discutible metodología sólo acarrea cierto amateurismo a la hora de narrar. La historia de la prole de los Millares puede tener interés, pero no más que el de la mayoría de las familias españolas de la época, acuciadas por el hambre y el terror político, por lo que la película acaba presentándose como excesivamente endogámica, demasiado circunscrita al ámbito familiar y local.