Diabólica pirueta
En una casa, "entre hippy, rústica y new age", como se dice en un momento de la película, y en un solo fin de semana, se concentra la acción de esta Remake, el duro y a la vez ejemplar debut en solitario del director catalán Roger Gual, tras su ópera prima, dirigida al alimón con Julio Wallowits, Smoking room. Como en éste, también aquí la estructura del relato se asienta en un protagonismo coral, también aquí se habla y se dicen cosas cotidianas, aparentemente banales pero, en el fondo, cargadas de verdades ocultas. Y también aquí se dispara con bala.
Hijo de una generación, la de quienes fueron, a su vez, jóvenes en los años setenta, el joven Gual arremete en su filme contra algunos de los valores más sólidamente anclados del relato heroico de sus padres: la vida comunal, la necesidad de decir siempre la verdad, la valentía de coger por los cuernos la propia vida y hacer con ella lo que más plazca.
REMAKE
Dirección: Roger Gual. Intérpretes: Juan Diego, Silvia Munt, Eusebio Poncela, Mercedes Morán, Mario Paolucci, Gustavo Salmerón, Marta Etura, Alex Brendemühl. Género: drama, España, 2005. Duración: 95 minutos.
En este sentido, Remake, irónico título que simboliza el regreso a algo que ya no tiene ninguna posibilidad de volver a ser, es la primera película española que hace añicos el discurso idealista de la generación de la transición para, en una diabólica pirueta, ponerla frente a un espejo ciertamente distorsionador. Y, por descontado, penosamente embarazoso.
Contra todo
Remake, lo habrá adivinado el lector, es cualquier cosa menos una película fácil de ver, entre otras cosas porque Roger Gual ha decidido eliminar de un plumazo la facilidad de la identificación con los personajes (ninguno de ellos ejemplar), lo que hace que un espectador al uso se sienta un poco en tierra de nadie frente a lo que se le está contando.
Pero no es ésta una opción sólo estética, sino fuertemente moral: porque nadie tiene razón, sino en todo caso sus razones; y porque algunas prácticas, paradójicamente liberalizadoras, nos recuerda con doliente clarividencia el cineasta, tienen costes impensables, daños colaterales, diríamos hoy, de los que quien los sufrió puede tardar toda una vida en recuperarse... si es que alguna vez se recupera de ellos.
Película valiente, que no se guarda nada y que dispara contra todo y contra todos -también contra cierta complacencia actual en la educación de los hijos: véase la pareja de niños que devoran, solos y a altas horas de la noche, películas de terror en el lujoso chalé de sus padres... y el padre de las criaturas-, Remake sirve para confirmar el talento de un Roger Gual que seguramente nos dará muchas más ocasiones de disfrute. Y si no, al tiempo.
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