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Columna
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Sueca

Rosa Montero

Creo que me estoy volviendo sueca. Tal vez sea una enfermedad de la sangre, una malformación genética. Pero aquí estoy, un poquito más sueca cada día. No sé si recuerdan la famosa anécdota del 23-F, de cuando el Congreso estaba todavía tomado por Tejero, pero Televisión Española se las apañó para enviar el vídeo del golpe a todo el mundo. Los suecos mandaron un télex lacónico: "No entendemos: ¿son imágenes informativas o de ficción?". "Informativas", se les contestó. "No entendemos: ¿qué hace un torero con pistola en el Parlamento?". Como ellos, yo empiezo a no comprender esta cosa tan nuestra. Por ejemplo, si Ibarretxe proclama ahora que "la violencia se ha acabado" porque los vascos ya no la admitirán "nunca más", ¿quiere decir que antes sí la admitían? ¿Está hablando acaso por él mismo? Esto es lo que sucede con los suecos. Que no entendemos nada y nos liamos.

Otra cosa alucinante es el asunto Campanario y su posible fraude a la Seguridad Social. No conozco a María José Campanario ni a su marido el torero Jesulín, y tanto ella como toda su tribu no me interesan lo más mínimo. Pero me ha chocado el tratamiento que ha recibido su detención, como si la chica se tratara de Al Capone: en primera línea mediática y al mismo nivel que los demás (presuntos) chorizos, los organizadores del chanchullo. Puede que haya más y aún no se haya dicho, pero hasta ahora sólo he conseguido saber que Campanario intentó (supuestamente) comprar una invalidez total para su madre. Hombre, la cosa estaría mal, pero si sólo es eso, ¿no resulta desmedido ponerla de mafiosa junto a los verdaderos mangantes? ¿No sería mejor investigar a fondo esas tramas corruptas que parecen recorrer Andalucía y que, como en el caso de Marbella, todo el mundo dice que conoce? ¿Es que ahora hay que poner famosos en las causas judiciales para darles vidilla? ¿O para que nos olvidemos de otras noticias? ¿Y no es extraordinario que en la detención de Campanario lleguen cien energúmenos dispuestos a lincharla, mientras que en la de las inmensas (supuestas) ladronas de Marbella acudan cien personas a piropearlas? ¿No suena todo esto a gangsterismo puro? Ya digo, cada día entiendo menos este país y estoy más sueca.

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