Suspenso en carretera

Las vacaciones de Semana Santa han arrojado un terrible saldo de víctimas en la carretera: la cifra de fallecidos en accidente será superior a los 105 registrados el pasado año. De poco ha servido la campaña de publicidad de la Dirección General de Tráfico (DGT), que con dramatismo nos preguntaba, desde la televisión o en plena carretera, si pensábamos que íbamos a estar en esa lista mortal. Por desgracia, se ha cumplido, y rebasado, el pronóstico de la DGT. Pero en las fechas de más intensidad la presencia de la Guardia Civil u otros cuerpos de tráfico ha sido a todas luces insuficiente. No hay nada más efectivo y disuasorio que ver a un conductor imprudente en la carretera parado unos metros más allá para imponerle una multa o impedirle seguir el viaje.

Son cifras inaceptables y vergonzantes, que ponen una vez más de manifiesto que los accidentes de tráfico son un problema muy grave en España, cuya solución obliga a una mayor concienciación ciudadana, a endurecer más las sanciones contra los infractores -la entrada en vigor el 1de julio del carné por puntos debería tener un efecto positivo-, y a reforzar la educación vial. Como han pedido varias asociaciones de conductores, habrá que estudiar medidas complementarias, relacionadas con el escalonamiento de las vacaciones, que campañas de publicidad que meten el miedo en el cuerpo hasta a los más prudentes. No hay que ganar en miedo, sino en seguridad propia y de los demás.

El caso del joven que sin carné causó al volante en Pontevedra la muerte de cinco personas, incluida la de su madre que se lo permitió, es quizá el ejemplo de accidente que se podría haber evitado. Las cifras de muertos por accidente de tráfico se habían venido reduciendo en España en el primer trimestre de este año, pero mucho menos que en Francia o en Portugal. El balance de la Semana Santa la convierte en una semana trágica en la carretera. La DGT debería convencer, con medidas, de que la mayor parte de los accidentes de carretera son evitables.