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Reportaje:

Carrera docente sin fondo

La reforma de la Ley Orgánica Universitaria mantiene en constante inquietud a los profesores universitarios

Ayudantes de Facultad, Ayudantes de Escuelas Universitarias, asociados... son las figuras de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) que cambiaron hace cuatro años con la Ley Orgánica (LOU) y que podrían volver a modificarse con la reforma de esta ley cuyo segundo y probablemente definitivo borrador prepara estos días el Ministerio de Educación. Los docentes se quejaron por el primer cambio, realizado por el anterior Gobierno, pues consideraban que, aunque la intención con que fue hecho era buena, la forma no resultó efectiva.

La LRU proponía figuras no demasiado estables en teoría pero que en la práctica generaban profesionales que, sin sacar oposición y sin promocionar, tenían asegurada su plaza prácticamente de por vida. Para contratar a los docentes, las universidades se acogían habitualmente a la fórmula de profesores asociados que, teóricamente, debían tener reconocida competencia en sus ámbitos laborales ajenos a la Universidad pero que, en la realidad, eran docentes no siempre con experiencia.

Con la Ley Orgánica esto se erradicó, al crear nuevas figuras, adaptadas a cada etapa, que únicamente podían continuar en la carrera docente con la demostración de sus méritos. En el caso de las figuras funcionariales se estableció la habilitación (una doble oposición). El problema surgió para el resto de categorías (Ayudante, Ayudante doctor, Profesor Colaborador, Profesor Contratado Doctor) que, cuando tenían que ascender a otra figura, se encontraban con obstáculos tales como el paro (se quedaban sin trabajo y tenían que volver a concursar) o la desvinculación obligatoria durante dos años de la Universidad. La reforma propone para la promoción el camino de las acreditaciones, consistentes en demostraciones de méritos (publicaciones, experiencia investigadora...).

Un factor que intervendrá de forma decisiva en la reforma y, por tanto, en la futura estructuración del profesorado universitario, será el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Con la aplicación de las nuevas fórmulas comunitarias, algunas figuras docentes desaparecerán. Por ejemplo, las Escuelas Técnicas y las diplomaturas, al pasar a Grado, dejan vacante el puesto de Titular de Escuela Universitaria (TEU), que se logra a través de una oposición. Estos profesores, reunidos en la asociación ATEU, solicitan la conversión inmediata de su plaza en Titulares Universitarios (TU: aquellos licenciados que obtienen su plaza docente en la Universidad por oposición). "Al pasar con el Espacio Europeo a la titulación de Grado, los TEU quedan como cuerpo a extinguir. Por eso, solicitamos la transformación en TU en caso de ser doctores. Si no lo fueran, los TEU seguirían en su plaza hasta acceder a dicha conversión", explica Sergio Villalba, profesor titular de la Facultad de Magisterio de Sevilla y miembro de ATEU. La Casue (Área de Comisiones Sectoriales de la Conferencia de Rectores) apoya esta solución en su documento de conclusiones dirigido al Ministerio, si bien, hace referencia a su necesaria acreditación. "La línea que defiende la Universidad trata de favorecer, no sólo la regulación más adecuada del profesorado, sino también, la flexibilidad de las transitorias", explica David Aguilar, vicepresidente de la Conferencia de Rectores.

La figura docente más inestable es quizá la del ayudante. En la actualidad, existen dos plazas, la de ayudante y la de ayudante doctor, para aquellos que todavía se encuentran en periodo formativo. "El problema es que, en muchos casos, los contratados como ayudantes -figura para aquellos que están en proceso de sacar el doctorado - son doctores desde el principio", explica Víctor Molina, doctor y ayudante en la Facultad hispalense de Química y miembro de los Ay!, el colectivo de Ayudantes y Adius, organización sevillana de todo el profesorado.

El tránsito entre una y otra categoría obliga a los profesores a dar un gran salto sobre el vacío. Cuando se les acaba el contrato de la primera categoría, se ven en el paro y deben hacer un nuevo concurso de méritos para acceder a la segunda, a cuyo fin quedarán otra vez sin trabajo. "Un ayudante puede tardar más de 12 años en lograr un contrato indefinido. Estamos de acuerdo en que haya que demostrar los méritos, trabajar, lo que haga falta, pero no con que no podamos promocionar"

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alega Jesús Navarro, doctor y ayudante en la Facultad de Filosofía de Sevilla. Además, la LOU establece dos años desligados de la Universidad, algo que probablemente desparezca con la reforma. Los ayudantes solicitan la existencia de un sólo tipo de categoría de ocho años de duración y con dos niveles, uno para los que aún no son doctores y otro al que se acceda al obtener el doctorado.

La carrera final de los contratados sin titularidad debería acabar en las figuras de contratado doctor o colaborador, pero puede que esta meta desaparezca. La sospecha de muchos docentes es que esta última categoría se extinguirá con la reforma, haciendo más difícil el paso al contrato definitivo. "Un licenciado doctor puede empezar como ayudante a los 23 años y, si cumple con los plazos sin perder ni un año, no llegar a conseguir la estabilidad laboral hasta los 35", afirma Molina. Los profesores, reunidos en Adius, trabajan desde hace dos años en la difusión de sus reivindicaciones.

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