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Reportaje:

Lleno hasta la bandera

Los turistas abarrotan las calles de Euskadi con el buen tiempo y el ambiente de paz

Jaume, Ricardo y Félix se declaran "turistas gastronómicos". No hay un año, desde hace seis, que no se escapen tres días de Mallorca con la excusa de probar un buen restaurante. En 2005 estuvieron en Galicia, en 2004, en La Rioja; en 2003, en Cataluña. Y esta Semana Santa han hecho su ruta por el País Vasco. "Cualquiera lo diría si nos viera hoy comiendo atún de lata entre pan y pan. Pero nuestros estómagos y, sobre todo, nuestros bolsillos necesitaban una tregua", confiesa Félix, sentado frente al mar en el Paseo Nuevo, junto a la escultura de Oteiza . "No es que seamos catalanes", bromea uno de sus amigos, "lo que pasa es que desde el miércoles por la noche no hemos salido de restaurantes y bares y nos estamos dejando el sueldo".

"Cuando supimos de la tregua anulamos la reserva para Valencia y nos vinimos aquí"

Como ellos, familias, parejas jóvenes, grupos de mochileros y matrimonios de jubilados, fundamentalmente de Cataluña, Madrid y la Comunidad Valenciana, han escogido el País Vasco como destino turístico. Ayer aún no se conocían las cifras oficiales de afluencia, pero los responsables de hoteles, centros de información, museos o restaurantes coincidían en que ésta ha sido una de las Semanas Santas más dulces de los últimos años.

"La afluencia de turistas ha sido masiva desde el jueves hasta hoy [por ayer], que la cosa se ha tranquilizado un poco", confirmó una portavoz del Centro de Atracción y Turismo de San Sebastián. "Nos ha llegado más de uno desesperado porque no encontraba sitio para dormir por aquí. Ha sido una Semana Santa mejor aún de lo que se esperaba". Sólo un dato para ilustrarlo, el hotel María Cristina, el único cinco estrellas de San Sebastián, ha estado al 97% de su capacidad. El Ercilla de Bilbao, de cuatro, al 90%, y los hostales y agroturismos de la comunidad sin una cama libre.

¿Es la consecuencia del alto el fuego permanente de ETA? "Para nada. Nosotros teníamos programado este viaje hace ya tiempo, mucho antes de la tregua", responde un granadino enfundado en una camiseta del Betis. "Simplemente nos apetecía venir al norte. Ayer estuvimos en Pamplona, hoy en San Sebastián y mañana nos vamos para Bilbao a ver el Guggenheim", explica. La mayoría de los turistas encuestados al azar este fin de semana en San Sebastián responde casi con idénticas palabras cuando se le pregunta si el cese de la violencia ha pesado en su decisión de viajar al País Vasco. Sólo una pareja extremeña de la treintena de personas consultadas responde que sí, que cambió de planes al conocer la noticia del alto el fuego. "Tenemos familiares aquí y llevábamos años para venir a visitarles. Pero nos daba cosa", afirma Carmen. "Cuando escuchamos la noticia decidimos que era el momento, así que anulamos la reserva que teníamos para irnos a Valencia y aquí estamos. Y además, le digo una cosa, repetiremos, seguro", añade.

Carmen caminaba el sábado con su marido por el muelle donostiarra, entre turistas algo despistados con el tiempo -en el mismo grupo había gente que calzaba sandalias y botas de agua- que hacían cola para comprar karrakelas (bígaros), comer pescadito en uno de los restaurantes del puerto o entrar en el Aquarium. "Este año ha venido más gente que el pasado", confirmó una trabajadora de este centro del mar que los fines de semana recibe una media de 1.500 visitas. Pese a estar de reformas, el jueves visitaron sus instalaciones 3.195 personas, el viernes 3.650 y el sábado 2.678. "No sabemos qué ha pasado. Bueno sí, a nadie se le escapa que mucha gente se ha decidido a venir por la tregua. Y luego... que ha hecho muy buen tiempo", añade.

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A esas horas, en la Parte Vieja no quedaban mesas para comer. Ni espacio en las tabernas para disputarse un pincho. "Pero no importa. Por estos manjares haría cualquier cosa", dice el italiano Andrea, mientras se debate entre un pimiento relleno y una tartaleta de txangurro a las puertas de un bar de la calle Mayor donostiarra. Andrea, como los tres mallorquines, tiene también algo de turista gastronómico. Pero está recién llegado y su bolsillo aún sigue intacto.

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