Prodi afronta el reto de mantener unida una compleja coalición
La Unión está integrada por 16 partidos con ideologías e intereses muy distintos
Romano Prodi lidera una coalición con partidos que van desde el centro hasta la extrema izquierda, una coalición similar a aquella con la que ya logró derrotar a Berlusconi en 1996, pero que estalló dos años más tarde. Desde sus primeras declaraciones en la noche electoral, el vencedor de los comicios italianos ha insistido en la cohesión de su formación política, pero mantener unida durante cinco años a La Unión, que agrupa a 16 partidos, será una tarea ardua, sobre todo con una mayoría tan exigua.
"No vamos a caer en el error de 1998", asegura Enrico Letta, diputado electo por Milán y asesor económico de Prodi. Entonces, tras dos años en el poder, tuvo que dejar la presidencia del Gobierno a causa de problemas con sus propios aliados, que son básicamente los mismos que forman ahora La Unión.
La ex ministra de Sanidad durante aquel periodo y que ahora es una dirigente de la coalición de Prodi, Rosy Bindi, asegura que el Gobierno de centro-izquierda puede garantizar la estabilidad de Italia. "No digo que vaya a ser fácil, pero la brújula nos ayudará a navegar. Sabremos gestionar un país y sabremos gestionar una mayoría", afirmaba ayer frente a la sede romana de La Unión.
"Una mayoría tan estrecha nos va a obligar a mantenernos muy unidos, para evitar que haya sorpresas porque somos conscientes de que Berlusconi está allí y tiene una fuerza importante", asegura el diputado Enrico Letta. "Hemos aprendido del pasado, porque tras ganar los comicios de 1996 sufrimos un delirio de poder, creímos que podríamos mantenernos durante varias legislaturas porque pensamos que Berlusconi era muy débil y no lo era", agrega Letta, que también ocupó varias carteras, entre ellas Asuntos Europeos e Industria, durante aquel periodo.
La multitud que se reunió en la extraña noche electoral, en la que Prodi ganó, perdió y finalmente ganó otra vez los comicios, o el mar de diversas banderas que animaba el mitin fin de campaña en Roma reflejan perfectamente la heterogeneidad de la izquierda. "Prodi es muy moderado, quizá demasiado en algunos asuntos, pero le apoyaremos hasta el final", decía un comerciante de 61 años. "No creo haya problemas en la mayoría", aseguraba Antonieta, una maestra de 57 años que se dice votante de la izquierda "de siempre". "Mejor dicho, espero que no los haya, que la izquierda haya aprendido la lección", matizó. "Lo más importante es que podamos terminar la legislatura", afirmaba por su parte Pascuale, un artista de 40 años. Los tres estaban ayer por la mañana ante la sede romana de La Unión para tratar de saludar a Prodi.
El problema es que, con una mayoría tan exigua, cualquier movimiento disidente será más visible y, sobre todo, más grave para sacar adelante proyectos legislativos. Durante toda la campaña, Berlusconi no paró de poner en duda la cohesión del centro-izquierda, compuesto por El Olivo (a su vez una coalición de La Margarita y los Demócratas de la Izquierda), varias formaciones centristas, laicas, radicales, comunistas y verdes. Y es más que posible que en las próximas semanas Il Cavalieri vuelva una y otra vez sobre el tema.
Algunos analistas creen que las formaciones que se encuentran más a la izquierda de la coalición pueden tratar de frenar algunas reformas económicas importantes, algo que muchos expertos piensan que ha ocurrido, pero desde la derecha, durante los años de gobierno de Berlusconi. Desde La Unión, empezando por el propio Romano Prodi, se insiste en que el programa pactado entre las diferentes fuerzas tras una larga negociación se llevará a cabo sin fisuras. "Estaremos unidos y gobernaremos unidos durante cinco años", manifestó Prodi en su primera comparencia pública. "No tenemos intención de cambiar nuestra mayoría", aseguró ayer en una rueda de prensa en Roma, durante la que agregó que "cumplir el programa va a ser una labor compleja y difícil", una labor que, insistió, va a requerir el apoyo de todos los partidos de La Unión.
El voto emigrante fue decisivo
La diáspora italiana, una de las más importantes del mundo en un país del que durante siglos han salido inmigrantes a todos los continentes, se ha convertido en el factor clave para el resultado definitivo de las elecciones. El hecho de que los italianos en el extranjero pudiesen votar por primera vez era, en principio, una anécdota, fruto del empeño de uno de los ministros más a la derecha del Gobierno de Berlusconi, Mirko Tremaglia, que ocupa la cartera de los Italianos del Exterior, y nadie sospechaba que pudiese cobrar tanta importancia.
Aunque ejercieron su derecho al voto con bastante antelación y a pesar de que se había puesto en marcha un impresionante despliegue técnico para el recuento en un pueblo de las afueras de Roma, Castelnuevo di Porto, una serie de problemas (la llegada de más de 3.000 escrutadores, por ejemplo, provocó atascos kilométricos) retrasaron durante horas los resultados.
En total votaron 1,1 millones de italianos (el 42,07% del censo), según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, para elegir 12 escaños y, sobre todo, seis senadores que son los que han acabado por convertirse en cruciales. La victoria de La Unión, con un 43%, sobre los partidos de La Casa de las Libertades, la coalición de Berlusconi, que se habían presentado por separado en el extranjero, fue contundente. Forza Italia consiguió un 21% y la Liga Norte un 2%. Desde el partido de Romano Prodi se explicaba con ironía que este resultado se debía a que en el extranjero no se ven las cadenas de Mediaset, la empresa de Berlusconi.
La operación para que votasen los italianos del exterior fue compleja, ya que se prepararon urnas en 44 países europeos, 25 de América, 29 africanos y 25 asiáticos, además de Jerusalén como circunscripción autónoma. En algunos, como Laos o Mongolia, no votó nadie, en otros como Kuwait se emitieron 25 sufragios, pero en Argentina, donde viven casi 900.000 italianos, votaron más de 150.000. En España votaron 11.049 personas (54,6% a La Unión y 23,9% a Forza Italia). En América Latina, la participación fue del 51,87%; en América del Norte, del 37,30%; en Europa, del 38,44%, y del 44,12% en la circunscripción África-Asia-Oceanía. También votaron los soldados desplegados en Irak, Afganistán y Kosovo.
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