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Elecciones en Italia

Los italianos votan con sensación de alivio tras una campaña áspera y llena de insultos

Más de la mitad del censo acude a las urnas en la primera de las dos jornadas electorales

Guillermo Altares

En la primera jornada de las elecciones italianas, los votantes de Silvio Berlusconi y de Romano Prodi estaban ayer de acuerdo en un asunto: el final de una campaña electoral áspera y maleducada, en la que han volado los insultos, representa un gran alivio. Cerca de 50 millones de italianos están convocados a las urnas en una de las elecciones más importantes de la posguerra: acechados por la crisis económica, deben elegir entre cinco años más de Berlusconi o un cambio radical, llevando al centro-izquierda al Gobierno por segunda vez desde 1945.

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Los colegios electorales cerrarán hoy a las tres de la tarde -se vota durante dos jornadas-, lo que hace que los datos de participación de ayer (53,6% a las 19.00 horas, frente al 60,2% en 2001) tengan una importancia relativa. En Italia, donde el voto fue obligatorio hasta los años ochenta, la abstención suele ser bastante pequeña (el 19% en los comicios de 2001). Los datos de los sondeos a pie de urna se conocerán inmediatamente, pero es muy posible que los primeros resultados fiables para el Congreso no lleguen hasta la noche, mientras que para el Senado el suspense podría mantenerse hasta el martes a causa del reparto por regiones de los escaños.

La ley electoral prohíbe publicar sondeos de opinión 15 días antes de las elecciones, pero los datos que manejan las dos coaliciones desde entonces muestran un panorama bastante estancado: una ligera ventaja, entre 2,5 y cinco puntos, para la Unión, la coalición de centro-izquierda de Romano Prodi, de 66 años, frente a La Casa de las Libertades, de Silvio Berlusconi, de 69 años, y con un número lo suficientemente amplio de indecisos como para que cualquier resultado sea posible.

Factores como el sentido del voto católico, la guerra de Irak, el malestar, incluso entre sus votantes, ante las salidas de tono de Berlusconi o la eficacia de sus promesas de reducción de impuestos, como la supresión de las tasas sobre la primera vivienda, hechas en el tramo final de la campaña, no hacen más que añadir desconcierto a un resultado final que se prevé ajustado.

"Menos mal que ha terminado todo esto", señalaba, ante un colegio electoral a unos metros de la Fontana de Trevi, Salvatore, un empresario de 35 años, partidario de la derecha. "Es un alivio poder votar por fin. No ha sido una campaña electoral de la que podamos enorgullecernos", afirmaba por su parte Carlo, un fontanero de 33 años. Junto a su novia, Anna, se ríen a carcajadas cuando se les pregunta por su voto: "Somos coglioni [gilipollas]". En el momento cumbre de la campaña, Berlusconi llamó "gilipollas que votan contra sus intereses"a los partidarios del centro-izquierda, a los que no lo hacen por él.

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El gran desafío

La mayoría de los diarios italianos insistían ayer en la misma idea: el descanso ante el silencio de los megáfonos y las televisiones y la importancia crucial de estas elecciones, de las que puede salir el berlusconismo convertido en un nuevo sistema político o en las que Prodi puede repetir la hazaña que logró hace 10 años: derrotar a Il Cavaliere en las urnas.

'Italia ante el desafío del voto', titulaba La Repubblica. "Hoy los italianos estamos llamados a cumplir con nuestro deber: votar", escribía en la primera página del Corriere della Sera Enzo Biagi, uno de los grandes nombres del periodismo italiano, que fue expulsado de la RAI tras la llegada de Silvio Berlusconi al poder, en 2001.

"En Italia, las elecciones son un momento maravilloso de la democracia y se vota con mucha serenidad", declaró Prodi tras depositar su papeleta en Bolonia. "Espero que el voto se desarrolle de forma tranquila. Son unas elecciones importantes, porque Italia es un país importante", agregó Il Professore. Tras pasar la jornada de reflexión en su mansión de Cerdeña, Berlusconi votó en Milán y protagonizó una anécdota que parecía sacada de una parodia de Roberto Benigni o Sabina Guzzanti.

Apareció en el colegio con su madre, Rosa, de 95 años, y, ante la mesa electoral, le dijo: "Pon una cruz en Forza Italia". Ante las protestas del interventor, Berlusconi respondió con una sonrisa de oreja a oreja: "¿Ni siquiera puedo ayudar a mi madre? Realmente, usted forma parte de esa Italia que no tiene corazón". Il Cavaliere ha sido acusado de tratar de aprovechar a su favor, saltándose todas las normas, la fuerza de su imperio televisivo a lo largo de la campaña.

La cara más negra de Italia apareció en Caserta, en el sur del país, donde un hombre fue detenido brevemente tras fotografiar su papeleta antes de depositarla en la urna. En una zona donde la Mafia controla gran parte de la vida política, a veces es necesario presentar pruebas del sentido del voto.

Romano Prodi sostiene a su nieta Chiara momentos después de votar en un colegio electoral de Bolonia.
Romano Prodi sostiene a su nieta Chiara momentos después de votar en un colegio electoral de Bolonia.EFE

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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