El negociador ofreció cigarrillos rubios y agua a los asaltantes
Dionisio Martín convenció a los delincuentes de que no había salida
Las tres normas de oro de un negociador para crisis con rehenes son: nunca decir no, jamás mirar el reloj e inspirar confianza. El inspector jefe Dionisio Martín, de 53 años, jefe de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de Madrid, respetó las tres normas para solucionar, sin armas y sin violencia, el atraco del BBVA de Vallecas. Eso sí: accedió a darles dos botellas de agua y un paquete de Marlboro, pero no la heroína y el coche que pedían.
Martín mantuvo primero contactos telefónico con los atracadores que se habían atrincherado en la sucursal del BBVA de la avenida de la Albufera, pero el final de la negociación tuvo que hacerlo cara a cara. "Mi principal objetivo", dijo en una rueda de prensa que ofreció tras solucionar el atraco, "fue convencer al que se mostraba más alterado y reacio a la liberación, porque el otro se mostraba más dialogante y estaba más tranquilo". En opinión del mediador, el más nervioso parecía estar bajo los efectos de las drogas.
Los asaltantes, que llevaban las yemas de los dedos cubiertas con cinta adhesiva para no dejar huellas, en principio no querían retener a nadie. Querían agarrar el dinero y correr. "Pero la rápida llegada de la policía les hizo parapetarse en el interior". La negociación telefónica fue dando sus frutos, ya que cuando el negociador finalmente accedió a la sucursal, en su interior quedaban siete de los once rehenes.
En esos primeros contactos, los atracadores pidieron "heroína, agua, tabaco y un coche de gran cilindrada". Sin decir nunca que no, Dionisio Martín les fue convenciendo de que no tenían escapatoria y de que, si no causaban daño a nadie y salían sin ofrecer resistencia, siempre sería mejor para ellos. "Yo en todo momento traté de parecer tranquilo y de inspirarles confianza". "Lógicamente, sólo les dimos lo que la ley permite, que es agua y tabaco, ya que el resto de cosas no eran viables", precisó.
Contacto visual
En el primer contacto visual entre el mediador y los atracadores, a través de la puerta cerrada de la sucursal, Martín hizo gestos con las manos para que sus compañeros de la policía se mantuvieran a distancia. Incluso le pidió a los dos geos apostados en la sucursal cercana del BBVA que ocultaran sus armas. "Un atracador me dio su nombre y yo le di el mío, con el objetivo de crear confianza, a pesar de que iban armados con una pistola y con un revólver".
El mediador entró en la oficina y, como gesto de buena voluntad, hizo que los asaltantes le dejaran salir, despacio y sin aspavientos, con uno de los rehenes. Ni éstos ni los atracadores sabían que, gracias al sistema de vídeo de la oficina, sus movimientos estaban siendo observados. "Los 15 minutos que estuve dentro hablando cara a cara con ellos se me hicieron bastante largos", comentó Martín.
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