Porteño de corazón

Buenos Aires es la ciudad con la que más se identifica el director del Ballet Nacional de España, que estos días representa El Café de Chinitas en el teatro de la Zarzuela de Madrid.

¿Un flechazo de la infancia?

Sí, conocí la ciudad con ocho años. Entonces estaba empezando y me invitaron a bailar en el teatro Avenida. Me pareció una ciudad llena de vida. Yo vivía con mis padres en Brasil, y para mí fue como conocer por primera vez Europa.

Andaba un pelín desubicado.

Buenos Aires no se parecía en nada a São Paulo, donde me crié, y pensé: así debe de ser Europa. La gente podía disfrutar sin miedo de la calle. Podía jugar con otros niños por el barrio, a pesar de que entonces yo ya estaba bailando como si fuera un profesional.

¿Qué recomienda a los que la visitan por primera vez?

Los barrios de Costanera Norte y Recoleta, y que no se pierdan el mercadillo de antigüedades de San Telmo. Que aprovechen su vida cultural, y que visiten el teatro Colón. Para comer, el restaurante Pepe Fechoría, donde he pasado horas con Julio Bocca, asiduo del lugar. La pasta casera es excelente.

¿Alguna sorpresa fuera de ruta?

Aunque suene un poco macabro guardo muy buen recuerdo del cementerio de Chacarita. Allí están las tumbas de Carlos Gardel o Alfonsina Storni... El monumento de Gardel, por ejemplo, tiene un cigarro encendido en la mano.JOSÉ ANTONIO

BAILARÍN Y COREÓGRAFO