Cinco mujeres opíparas
Josefina López (1969), autora teatral de origen mexicano, llegó a Estados Unidos con cinco años de edad y estuvo indocumentada hasta los 18, cuando la ley Simpson-Rodino dio la nacionalidad a miles de illegal aliens ("extranjeros ilegales"). Para subsistir, su hermana montó un tallercito de costura, como el que sirve de escenario a Las mujeres de verdad tienen curvas, comedia autobiográfica de la que se han hecho más de 30 producciones, y una película premiada en los festivales de San Sebastián y Sundance.
Esta versión, que llega a Madrid tras tres años de gira, es de Garbi Losada, directora vasca de trayectoria reconocida. Sus protagonistas, cinco inmigrantes gordas, como la autora, y pobres, hablan de dietas de adelgazamiento, de hombres, de ilusiones: hacen el cuento de la lechera. Cosen a máquina vestidos para anoréxicas, que les pagan a dos euros y se venden a 300, engullen, cantan cumbias a capella, se pelean. Se desnudan para no cocerse. Llenan el teatro con el olor de la ropa que planchan.
Las mujeres de verdad tienen curvas
De Josefina López. Versión y dirección: Garbi Losada. Intérpretes: Lilliam Kouri, Sara Cozar, Saskia Guanche, Edelweiss Hernández, Mª Isabel Díaz, Yeyé Baez y Leticia Martín. Luz: Carlos Salaberri. Música: Josan Goicoetxea. Vestuario: La Gallina Ciega. Escenografía: Fernando González. Madrid. Teatro Fígaro. Hasta el 16 de abril.
Sus intérpretes, cubanas nacionalizadas españolas, entienden la obra, la hacen suya, derrochan humor y alegría, especialmente María Isabel Díaz (actúa en la última película de Almodóvar), Lilliam Kouri y Yeyé Baez, cuyos personajes tienen los mejores golpes. Todas se lo pasan en grande, y contagian al público. La directora las ha dejado respirar. Un solo reparo: con lo bien que cantan estas actrices, no se entiende que, como fin de fiesta, hagan un play back.
Esta obra, escrita en caliente, cuando su autora contaba 20 años, apenas tiene carpintería. No la necesita: es un fragmento de vida. Josefina López transmite su experiencia, da fe. Cuando sobreabundan los entomólogos, se agradece escuchar las razones de la mariposa.
Babelia
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