Villepin rechaza ante los sindicatos retirar su plan de empleo juvenil
El primer ministro francés se reúne hoy con los estudiantes
El primer ministro francés, Dominique de Villepin, y los representantes de las cinco confederaciones sindicales se reunieron ayer durante algo más de una hora con el único resultado de seguir con las espadas en alto y medir sus fuerzas en la jornada de huelgas y movilizaciones convocada para el martes. Los sindicatos forzaron a Villepin a recibir hoy a las organizaciones de estudiantes, evitando así caer en el juego del Gobierno, que intenta romper el frente contra el contrato de primer empleo (CPE) que precariza el trabajo juvenil.
Sin embargo, la espiral de violencia que empieza a envolver las protestas -más de 600 detenidos en la jornada del jueves- ha introducido un elemento de urgencia en la búsqueda de una salida a la crisis.
Lo que para el primer ministro fue "una primera etapa" de las negociaciones, para los sindicatos -CGT, CFDT, FO, CFTC, CFE-CGC- era la constatación de que Villepin no entiende que la única salida a la crisis y la condición previa a cualquier tipo de conversaciones es la retirada del CPE. A su salida del palacio de Matignon, la sede del primer ministro, los líderes sindicales se mostraron muy críticos y destacaron que, al margen de haber convencido a Villepin para que reciba hoy a las organizaciones estudiantiles, no habían fijado una nueva cita para seguir hablando. "La cita será el martes", dijo desafiante Bernard Thibault, el líder de la CGT, el principal sindicato de Francia.
El frente anti CPE lo forman las confederaciones sindicales y las organizaciones estudiantiles Unsa, FSU, Unef, Confederación de Estudiantes, Fidl y UNL. Representantes de todas ellas se reunieron ayer por la mañana y emitieron un comunicado advirtiendo al Gobierno de que "no caerán en la trampa de la ruptura del frente sindical construido contra el CPE".
El Gobierno, sin embargo, se mantiene firme en su defensa del CPE, un contrato para jóvenes menores de 26 años que permite el despido sin justificar durante los primeros 24 meses y que, ante la opinión pública, simboliza la rendija sobre la que debe abrirse paso una reforma laboral más profunda que flexibilice un mercado de trabajo extremadamente rígido.
Apoyo de Chirac
Sobre este punto, Villepin cuenta con el apoyo explícito de Jacques Chirac, que ayer en Bruselas, al final de la cumbre europea, criticó la "democracia de los ultimátums" y volvió a insistir en el principio de que "cuando una ley ha sido votada por el Parlamento (...) debe ser aplicada", sin que esto signifique que el Gobierno "pueda discutir sobre una u otra modalidad" de aplicación. El primer ministro insistió ayer en que es necesario "encontrar soluciones constructivas para responder a las necesidades de los jóvenes".
Ayer, sin embargo, lo que realmente preocupaba era la violencia extrema que acompañó el jueves a la manifestación de universitarios y estudiantes de instituto en el centro de París, saldada con 420 detenciones y al menos 60 heridos.
Los coches todavía humeantes en la explanada de Los Inválidos, los muros chamuscados de algunas viviendas de la calle Sainte Dominique, los reventados escaparates de numerosas tiendas, las imágenes de como grupos de pequeños delincuentes agreden por la espalda a jóvenes para robarles el teléfono móvil o cualquier otra cosa, y de quienes ahora se asegura que proceden de las barriadas del extrarradio, están creando la sensación de que la espiral de violencia podría alcanzar su clímax el martes en la gran jornada de protesta.
Algunos incidentes muestran que la situación podría degenerar. Ayer la policía desalojó la prestigiosa Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales en el centro de París, y detuvo a 72 personas que la ocupaban. La casi totalidad no eran alumnos del centro.
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