Emilio Lledó reclama una revolución del lenguaje en el homenaje a Ayala
Ante un centenar de personas, en la Casa de América de Madrid, el filósofo Emilio Lledó trató ayer acerca de la libertad. Más allá de la meditación que da título al ciclo (Meditaciones sobre la libertad) que en homenaje a Francisco Ayala se celebra estos días en Madrid, Lledó se centró en "los contextos en que una palabra se alumbra y convive", en este caso la libertad.
Lledó, que conoció a Ayala a finales de los años cincuenta en Heidelberg (Alemania), reclamó una revolución para el lenguaje como la que llevaron a cabo los sofistas griegos. "Una democracia no puede vivir si no se revoluciona, si no se reflexiona sobre el lenguaje", apuntó. El académico de la Lengua subrayó la pérdida de peso de las palabras por su sobreexposición. "Tantos medios de comunicación producen un rozamiento, un desgaste, una trituración que convierten las palabras en cantos rodados que se mueven inertes, entontecedores, por el campo de la historia".
Los cuatro elementos de la naturaleza que los griegos identificaron como tierra, aire, fuego y agua encontraron su correspondencia en el bien, la justicia, la verdad y la belleza. "Cuatro eran también los elementos que construían el cielo de la cultura. Ésta es la constelación de las palabras elementales", explicó Lledó. En este contexto surgió, según apuntó, la libertad, en contraposición a la esclavitud del mundo clásico.
Aristóteles, Cervantes o Heródoto fueron algunos de los autores que el filósofo citó a lo largo de su conferencia. Lledó recordó cómo la raíz indoeuropea de la palabra libertad remite a términos como amistad y amor. "Los libres son los que se quieren, los que están juntos".
La libertad para Lledó exige la educación. "La libertad se aprende en la escuela; a pesar de las intensas y hondas reflexiones que sobre la libertad nos ha dejado la historia de la filosofía, conviene recordar esto. No hay más remedio que hablar de liberación, de ejercicio de voluntad junto con educación de la moral. La educación debe ser única y pública para todos, como ya escribió Aristóteles en Política. La única manera de oponerse a la demagogia es la pedagogía. Es en la infancia cuando se crea la libertad en la cabeza o los grumos".
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