210.000 viviendas catalanas necesitan obras importantes de rehabilitación
Más de 300.000 casas presentan grietas y otras tantas tienen problemas de humedades
Unas 210.000 viviendas catalanas tienen serios problemas que exigen importantes obras de rehabilitación. Así lo muestra una encuesta del Gobierno catalán sobre la vivienda en Cataluña cuyos datos más relevantes serán hechos públicos hoy por el consejero Salvador Milà. El informe, el tercero que se efectúa desde 2000, indica que la población más insatisfecha con la vivienda es la que ocupa los pisos con menos metros cuadrados. En general, las casas están mejor fuera de Barcelona que en la capital catalana. Más de 300.000 viviendas tienen grietas y otras tantas, humedades.
Los resultados de la encuesta señalan que el peor parque de viviendas es el de la ciudad de Barcelona y que los que ocupan pisos de más de 120 metros cuadrados tienen menos problemas que los de viviendas más pequeñas. Un factor que aumenta el grado de satisfacción del residente es el no tener una hipoteca que pagar.
El 13,5% de los catalanes sostiene que su vivienda tiene algún tipo de deficiencia, y otro 2,4% señala que esa deficiencia es grave e incluso que vive en una casa en estado ruinoso. Así lo recoge el informe sobre la vivienda en Cataluña en el año 2005 encargado por el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda. Las viviendas que necesitan reforma, de acuerdo con este estudio, son 716.000 y las que necesitan una "rehabilitación importante" suman 209.900. Porcentualmente, suponen el 7,8% de los 2,6 millones de viviendas de toda Cataluña. Un dato relevante si se tiene en cuenta que hace tres años, en el informe de 2002, el porcentaje de viviendas con necesidades de obras serias era del 8,8%. Pero aunque haya caído el porcentaje, la cifra absoluta es más alta ahora que hace tres años, cuando las casas con necesidad de obras eran 207.300.
El tamaño importa
El dinero tiene que ver en esta historia. Los catalanes que viven en pisos grandes, y por tanto más caros, están más satisfechos y afirman necesitar menos reformas. El 55,9% de los que tienen viviendas de más de 120 metros cuadrados declara estar totalmente satisfecho con ella, mientras que los que más se quejan y señalan deficiencias son los que tienen una residencia por debajo de los 60 metros cuadrados.
El principal motivo de queja es el vivir en un bloque sin ascensor. 75.300 viviendas se encuentran en esta situación y en ellas residen unas 196.000 personas.
Los problemas de construcción o el empleo de materiales deficientes es el segundo motivo de queja de los catalanes respecto a la vivienda propia: 126.000 personas viven en 48.400 casas que presentan deficiencias de este tipo.
Cuando el estudio desciende a puntos más precisos descubre el tipo de problemas concretos a los que se refiere el ciudadano encuestado: 328.200 hogares, con un total de 853.400 residentes, tienen grietas en las paredes, el principal problema en términos cuantitativos. El segundo son las humedades. Afectan a unas 304.000 viviendas, ocupadas por unas 790.000 personas.
Los aislamientos no son buenos en 280.000 casas y los acabados, claramente deficientes en 236.000 más.
Los problemas de aluminosis u otras patologías estructurales afectan a 139.000 personas que viven en 54.000 casas. Un número corto si se tiene en cuenta que casi 60.000 tienen un problema quizá menos aparatoso, pero que no deja de generar serias incomodidades: carcomas y termitas.
En el apartado de los "inconvenientes", los ciudadanos se quejan del ruido (435.900 viviendas, ocupadas por 1.133.200 personas, es decir, la sexta parte de los catalanes), la falta de espacio, la existencia de olores desagradables, una pésima distribución de las piezas, falta de luz y de ventilación.
El resultado es que 209.900 viviendas necesitan rehabilitaciones importantes, mientras que los catalanes que creen que sus viviendas pueden pasar sin actuaciones son menos de la mitad: el 46,7%. Una cuarta parte (26,6%) cree que las cosas se arreglarían con una pequeña reforma.
Peor en Barcelona
Una vez más, la ciudad de Barcelona sale peor parada que el resto de Cataluña y, sobre todo, que el resto del área metropolitana, donde la construcción parece más sólida. Las grietas afectan, siempre de acuerdo con la encuesta, al 12,2% de las viviendas, pero en Barcelona el porcentaje se eleva al 12,4% y en el conjunto del área metropolitana cae al 11,9%. Lo mismo ocurre con la falta de aislamiento. La media catalana de vivienda con este problema es del 10,4%, mientras que en la ciudad de Barcelona es el 11% y en el área metropolitana, el 9,6%. Y, sobre todo, con la aluminosis y otras patologías estructurales: el 3,2% de Barcelona padece de este tipo de problemas, mientras que la media catalana es del 2% y el área metropolitana se queda en la mitad del porcentaje de la capital catalana: el 1,6%, la misma que resulta para el resto de Cataluña, excluidas Barcelona y su área metropolitana.
Las instalaciones no están bien en casi ningún caso y el asunto va a peor. En la encuesta del año 2002 eran 96.000 las viviendas cuyos ocupantes aseguraban que eran necesarias reformas, mientras que en la del año 2005 el número de casas con este problema se dispara hasta 129.100. También en este caso, la situación del parque de la ciudad de Barcelona muestra estar en peor estado que el del resto de Cataluña. En todo el territorio, las viviendas que necesitan una intervención seria en sus instalaciones son el 4,2%, mientras que en Barcelona sube al 6,6%.
Hacia la inspección
La encuesta elaborada por el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda proporciona cifras que señalan la gravedad de la situación. No obstante, alguien podría argumentar que entre la percepción del ciudadano y la realidad hay un gran trecho y que, a veces, las cosas se perciben más negras de lo que son en realidad. El asunto, sin embargo, es que cuando hay datos, éstos tienden a confirmar los peores augurios. O para decirlo en palabras del secretario de Vivienda, Ricard Fernández, la imagen de sus viviendas que tienen los ciudadanos está bastante bien fundada. De ahí que el departamento haya incluido entre las normas futuras las necesidad de la inspección reglada de los edificios.
Hasta ahora, unas 89.000 viviendas se han apuntado al diagnóstico voluntario pero imprescindible para recibir subvenciones a la rehabilitación. El resultado es que la mitad de ellas, aproximadamente, presentan patologías de carácter serio que hacen necesaria la intervención. Lo ocurrido hace unos días en el paseo de Fabra i Puig de Barcelona es una anécdota, pero perfectamente indicativa de lo que hay debajo de la pintura de las paredes.
Fernández señala, además, que los datos indican que los peores pisos son los construidos entre los años 1950 y 1965.
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