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Reportaje:

Sin noticias de la gripe corriente

En plena alerta por el riesgo de gripe aviar, el virus humano convencional apenas ha aparecido

Mientras este invierno todos los focos se dirigían hacia la posible aparición de casos de gripe aviar y su eventual salto a los humanos, la otra gripe, la corriente, ha pasado de puntillas y sin hacer ruido. Ni una noticia sobre saturación de las salas de espera de urgencias coincidiendo con los picos de incidencia de la enfermedad o de las clásicas imágenes de pacientes en los pasillos de los principales hospitales valencianos. El virus de la gripe apenas ha hecho acto de aparición y, a las puertas de la primavera, no parece que a estas alturas vaya a hacerlo.

Como indican los registros de la dirección general de Salud Pública, la temporada 2005-2006 ha sido la más benévola desde que hay archivos colgados en la página web de la Consejería de Sanidad, que se remontan a 1997-1998. Apenas hay picos en el gráfico de este año (como se observa en la parte superior de la página) y los valores, muy similares desde otoño, no han llegado ni siquiera a rebasar los 50 casos por 100.000 habitantes, una cifra realmente baja. A principios del año pasado, por ejemplo, se llegó a superar la tasa de 400 afectados por 100.000 habitantes y en las primeras semanas de 2000 o en febrero de 1999 prácticamente se alcanzaron los 600. Frente a estos valores, en la primera semana de marzo de este año, la tasa recogida por la red centinela sanitaria valenciana -el sistema que vigila la extensión de la gripe y analiza los virus circulantes- apuntaba a una cifra de 19,7.

¿A qué puede responder esta baja incidencia? Las respuestas entre los epidemiólogos no son concluyentes. Es cierto que en Europa tampoco ha sido una temporada excesivamente negativa por lo que respecta a la actividad del virus, apunta Ildefonso Hernández, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Mientras en el continente y en España se han registrado patrones de comportamiento de intensidad media o baja, el caso de la Comunida Valenciana "ha sido extremo al ser una de las zonas con menor intensidad de todo el país".

En la actividad del virus influyen dos tipos de factores. Unos son los externos, que tienen que ver con las condiciones meteorológicas. A más frío, mayor tasa de contagio. Este invierno no ha sido en términos generales demasiado frío. Aunque ha habido semanas con temperaturas bajas y nevadas que incluso llegaron a la costa, han sido situaciones puntuales. Otro de los aspectos que influyen son las características del virus circulante y qe determinan su agresividad y su capacidad de contagio. Y es aquí donde se pueden encontrar cuestiones que aportan algo de luz.

Una de las curiosidades de la gripe de este año es que la mayoría de los virus aislados por los especialistas han sido el tipo B frente al A que suele ser mayoritario otros años. "Una posibilidad [que explique la menor incidencia] es que el virus B presenta a veces una enfermedad clínica menos intensa", comenta Hernández.

En todo caso, no ha podido ser más oportuna la debilidad de este año ante el desconcierto existente por la gripe aviar. "Una alta actividad gripal hubiera sido un desastre ya que nos hubiéramos tenido que enfrentar al elevado temor de la población junto a la aparición de falsos casos de gripe aviar en zonas de riesgo", apunta el presidente de la SEE.

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