La nueva ordenanza duplica el número de indigentes que pernoctan en albergues municipales
Barcelona ha acogido 1.543 personas sin techo en los últimos tres meses
En los tres meses de invierno del año pasado los albergues municipales acogieron a 1.042 personas y en el mismo periodo de este invierno han dormido en ellos 1.543, lo que representa un incremento del 48%. La progresión ha sido parecida en el número de personas sin techo que han entrado en programas de inclusión. Los responsables municipales asocian este aumento a la aplicación de la nueva ordenanza sobre civismo, que ha acelerado e incrementado los recursos personales y de acogida que desarrollaba el plan de inclusión aprobado el año pasado.
Que la nueva ordenanza ha tenido un efecto beneficioso para los sin techo lo admitía ayer el concejal de Bienestar Social, Ricard Gomà: "El efecto que ha tenido la normativa ha sido el de acelerar en el tiempo el ritmo de los equipamientos y recursos personales". Gomà es edil de Iniciativa per Catalunya (ICV), el socio del tripartito municipal que votó en contra de la nueva normativa argumentando que era "punitiva" con los más desfavorecidos, esencialmente con los mendigos y las prostitutas. A una pregunta sobre la aparente contradicción entre el voto emitido y el incremento real de los servicios asistenciales, Gomà contestó: "No hay contradicción entre lo que se piensa y el despliegue de la ordenanza".
Además de proporcionar las plazas nocturnas de albergue, la red asistencial ha atendido durante este invierno a 563 personas en sus comedores, donde se han servido algo más de 20.000 comidas. El Ayuntamiento ha reforzado los equipos de atención en la calle, lo que también se ha notado en la asistencia que ha dispensado a las personas en situación de exclusión. Han sido atendidas 1.170, de las que el 34%, casi 400, han acabado dejando la calle tras incorporarse a alguno de los programas de inserción y recuperar la autonomía personal. Eso supone que entre tres y cuatro personas cada día abandonan la calle y acceden a alguno de los itinerarios de inclusión. "Sin ser lo ideal, los resultados están mejorando", apuntó Gomà, quien dio mucha importancia a que los educadores y los equipos asistenciales intervengan en la primera fase de la situación de exclusión porque de ello depende el éxito de los programas. En cuanto al perfil de los sin techo, la media de edad es de 45 años; el 73% son hombres, y el restante 27%, mujeres. Esas cifras y porcentajes suponen respecto al año pasado que se mantiene la media de edad y se produce un ligero incremento de las mujeres, que en 2005 eran el 24%.
Uno de los datos más alentadores que ayer presentó el edil fue el referente al número de personas, 146, que han accedido a los servicios de inserción laboral y a la vivienda: "En ambos procesos se trabaja con Barcelona Activa y el Patronato Municipal de la Vivienda, que ayudan en la búsqueda de soluciones". Gomà concluyó que el plan de inclusión supondrá más recursos para este año, "con lo que cabe esperar que la atención mejorará", dijo.
Más plazas y pisos
A más personas en situación de exclusión, más medios. Esta ecuación, que parece obvia, se empezó a aplicar en los últimos meses de 2005 y continuará a lo largo de 2006, lo que se nota de forma especial en la dotación presupuestaria. El programa de inclusión dispone para 2006 de 8,7 millones de euros, lo que representa un incremento del 39% respecto a 2005. Donde más se reflejará ese incremento será en el número de plazas de los centros de acogida nocturna, que pasarán de las 470 actuales a 556 tras la apertura de sendos centros en la Zona Franca y en Horta. Y lo que ha sido un ensayo durante los últimos seis meses, alojar en viviendas a personas que ya siguen programas de inclusión, se incrementará. De la actual oferta de 36 plazas se pasará a 72. En las viviendas conviven tres o cuatro personas que han iniciado algún programa de inserción y cuentan con apoyo de los servicios sociales y educadores. "Es una experiencia que se demuestra positiva", subrayó Gomà. El edil reconoció que, pese al incremento de recursos y profesionales, no se logra poner remedio a todas las situaciones: "Siempre hay un margen de personas que no quieren entrar en programas ni la ayuda de albergues o equipamientos, pero son minoría; como máximo, un 20%".
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