Los estudiantes franceses vuelven a la calle
Jóvenes de los institutos y de las afueras de París se suman a las protestas ante la Sorbona
Los jóvenes franceses secundaron masivamente ayer la protesta contra la reforma laboral del Gobierno. Cientos de miles de estudiantes universitarios, a los que se sumaron los de institutos de secundaria -250.000 en total, según la policía- salieron a la calle en toda Francia, lo que aumenta aún más la presión contra el Ejecutivo de Dominique de Villepin, que se resiste a retirar el Contrato Primer Empleo (CPE), que permite el despido injustificado durante los dos primeros años. Ayer fue la segunda jornada de protesta de la semana. La tercera, a buen seguro más numerosa, tendrá lugar mañana.
En París, más de 50.000 personas desfilaron sin incidentes hasta la plaza Sévres-Babylone, donde estaba previsto el final de la manifestación. Allí, algo más de un centenar de individuos, que según la policía formaban parte de grupos anarquistas, se enfrentaron a las fuerzas del orden, destrozaron el mobiliario urbano e incendiaron un quiosco. Más tarde, la policía usó gases lacrimógenos y cañones de agua para disolver a miles de estudiantes ante la Universidad de la Sorbona, que habían tirado piedras y botellas a los agentes y rompieron el cristal de un banco.
Tal y como había anunciado el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, los agentes aguantaron estoicamente las provocaciones y la lluvia de proyectiles hasta que desfiló todo el cortejo, si bien filmaron y fotografiaron a los alborotadores. Luego los rodearon y detuvieron. Según Sarkozy, entre los manifestantes se identificó a unas 500 personas peligrosas. La policía aseguró que en toda la jornada detuvo a 212 personas por altercados, 147 de ellas en París, y añadió que 18 agentes resultaron heridos leves.
En París, según la prefectura, desfilaron 30.000 personas, una cifra que los organizadores elevan a 120.000; en Burdeos, entre 7.000 y 25.000; en Marsella, entre 7.000 y 15.000. En total, hubo protestas en una docena de ciudades.
Los manifestantes, algunos disfrazados de almas en pena, portaban pancartas con las siglas CPE, al que añadían variantes como "Contratos Precariedad Eterna", "Contratos Primera Mierda" o "Contratos Para Esclavos". Más de 60 de las 84 universidades francesas siguen cerradas y ayer se le unieron casi un centenar de institutos de secundaria, la mayoría del área parisiense.
El Gobierno quiere ahora negociar una ley que pasó sin consultar a los sindicatos y por un decreto ley para evitar la discusión parlamentaria. Villepin reconocía ayer en una entrevista a París-Match que había querido "ir rápido", pero insistió en que defenderá "hasta el final" el CPE, y recordó que cuenta con el apoyo explícito del presidente, Jacques Chirac. Los últimos sondeos indican que el 61,5% de los franceses opina que los estudiantes "tienen razón".
Bruno Julliard, el presidente de la Unión Nacional de Estudiantes de Francia, una de las figuras políticas de este conflicto, mantiene la presión. "Nada es posible sin la retirada del CPE, al menos para los estudiantes", dijo ayer. "Si las movilizaciones tienen éxito, el Gobierno no podrá mantenerse inflexibles", afirmó.
Pero no todo el viento sopla a favor de la revuelta. Los grupos de estudiantes que pretenden acudir a clase, que discuten la validez de la huelga y exigen votaciones secretas en las facultades aumentan. Un colectivo anti-bloqueo ha presentado recursos ante la justicia y una petición a favor de retomar los cursos ha recogido más de 36.000 firmas. A las voces que piden al Gobierno que reconsidere el CPE se unió el arzobispo de Dijon, Roland Minnerath, para quien "atenta sobre los derechos de las personas". La Conferencia de Rectores pidió que Gobierno y sindicatos negocien una solución dada la proximidad de los exámenes.
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