El escritor Philippe Ségur explora los mecanismos del miedo

Yagudin o la increíble historia del hombre de las manos agujereadas es la primera novela que se publica traducida al castellano de Philippe Ségur, pero no es la primera que escribe este profesor de Derecho de la Universidad de Perpiñán que vive cerca de Toulouse, dos elementos que aparecen en el libro, que publica Alfaguara. La acción transcurre en los días en que la ciudad vivió la trágica e inquietante explosión de la fábrica AZF, el 21 de septiembre de 2001, vivida como un eco de los atentados islamistas en Estados Unidos.

"Desde hace ya mucho tiempo, los poderes públicos fomentan el temor"

"En ese momento era casi imposible no dejarse llevar por la psicosis", recuerda Ségur. "El sentimiento colectivo reinante en Toulouse era de que se trataba de un atentado terrorista, no de un accidente. Y ese sentimiento, más fundado en lo ocurrido en los Estados Unidos que en los datos que iban surgiendo de los análisis de los hechos, fue potenciado por los medios de comunicación que recogieron con avidez todo lo que podía reforzar la interpretación más catastrofista. Desde hace ya mucho tiempo, los poderes públicos juegan con el discurso del miedo, fomentan el temor".

El protagonista de la historia, un supuesto profesor que responde al nombre de Nils Immarskjöld Dugay, es víctima y agente de esa difusión del miedo. "Él teme todo lo que representa cambio, innovación, riesgo. A sus hijas les explica cada noche, a modo de cuento para conciliar el sueño, sagas nórdicas en las que aparece Yagudin, un hombre capaz de todas las crueldades".

Nils es un personaje que se inscribe en la tradición de los locos que dicen las verdades que los cuerdos no se atreven a pronunciar. "Ésa es una de las interpretaciones posibles. Puede que todo sea fruto de su imaginación delirante, pero también pudiera ser que todo aquello hubiera ocurrido tal y como él lo ha vivido", matiza Ségur.

El primer libro de Philippe Ségur, Métaphysique du chien (2002), obtuvo el Premio Renaudot. "Pero no es la primera novela que he escrito. Cuando tenía 11 años ya gané un premio con un relato. Luego he seguido escribiendo siempre, para mí, por placer, para aprender, pero no me propuse publicar hasta hace muy poco. En Yagudin o la increíble historia del hombre de las manos agujereadas me he interesado sobre todo por las posibilidades de juego técnico que me permitía la historia, que alterna los recursos de la poesía con los de la novela de ciencia-ficción, que se sirve de trucos de novela policiaca, del lenguaje periodístico o del informe legal", señala el escritor.

"Se trata sin duda de mi novela más compleja, que admite también una lectura simbólica", añade el autor. "Es una posibilidad que no interfiere las otras, que coexiste con ellas. Basta con fijarse en los nombres de ciertos personajes, como el de la psicoanalista, que remite a una reina ninfómana en las sagas escandinavas, o como el de Thomas, que, como el santo, sólo cree en lo que ve, o en esa llave que una niña lanza en las últimas páginas de libro".

Pero esa dimensión simbólica no impide que el héroe de Yagudin o la increíble historia del hombre de las manos agujereadas se comporte en algunos momentos como el Woody Allen de sus primeras películas, capaz de acudir a la sauna con traje, abrigo, sombrero calado hasta las cejas y bufanda tapándole la boca, para no ser descubierto.

Dice Ségur que "existe una continuidad temática evidente" en sus libros, "que es la de la dualidad, la del desdoblamiento, no sólo de los personajes sino de la realidad misma, que se enfrenta a otro mundo, el imaginario". Philippe Ségur es un admirador de Herman Hesse y Knut Hamsun, "de ahí el apellido noruego del protagonista", y lee sobre todo autores "cuya obra ya está cerrada, es decir, que han dejado de escribir, ya sea por voluntad propia, ya sea porque han fallecido". De entre sus contemporáneos franceses, quienes mayor consideración le merecen al escritor son Michel Tournier y Pascal Quignard.

Como buen especialista en leyes, no le interesa tanto lo que es verosímil como lo que es posible. "Durante años me interesé mucho por las novelas de anticipación", explica Ségur. "El día de la explosión de la fábrica AZF tuve la sensación de vivir dentro de una de ellas. De pronto, todo el mundo circulaba con máscaras contra el polvo. No sé de dónde las había sacado la gente. Y lo mejor es que no servían de nada".

Philippe Ségur privilegia la idea de que es el miedo lo que ha hecho que medio Toulouse dispusiese de esas máscaras. "Y el miedo sirve para gobernar el mundo, para tener controlada a la gente que, si reacciona colectivamente, es sólo para defender lo suyo y atacar a un enemigo fabricado con antelación. El racismo, el odio religioso, todo eso se alimenta del miedo. Nils se dice feliz de pertenecer a una sociedad que ha sabido adaptarse tan bien a su propia destrucción, se siente orgulloso de una cultura que transforma a los individuos en insectos, al tiempo que les convence de su importancia".