Para entender el orden y el caos
Nada tan simple como una gota de agua, ni nada tan complejo como predecir su comportamiento por la palma de la mano. Eso es el caos, una herramienta básica para entender, y explicar, lo que nos rodea. La teoría del caos, que comenzó a alumbrar en la década de 1960 el meteorólogo Edward Lorenz para tratar de explicar el funcionamiento de la atmósfera, afirma que pequeños cambios en las condiciones de partida de cualquier proceso pueden producir cambios drásticos en el resultado final. Tras años "esperando en vano que la teoría del caos se esfumara o que alguien escribiera un libro explicándola con un lenguaje que yo pudiera entender", John Gribbin, astrofísico y divulgador científico, ha decido ponerse manos a la obra y ha escrito este libro que ayuda a comprender el orden y el caos que nos rodea. El movimiento de los líquidos y la evolución de la atmósfera son, probablemente, los ejemplos más habituales de comportamientos caóticos, pero la Bolsa no es ajena a ello, ni el ritmo del corazón ni las carambolas en la mesa de billar.
ASÍ DE SIMPLE. El caos, la complejidad y la aparición de la vida
John Gribbin
Crítica. Madrid, 2006
377 páginas. 23,95 euros
John Gribbin, un científico que asegura que "nunca fui demasiado bueno en la actividad científica", es hoy día uno de los más acreditados divulgadores científicos. En sus propias palabras "cuando me eliminaron del juego, logré arreglar las cosas para seguir en contacto con la ciencia escribiendo sobre ella". Y lo hace con notable éxito, producto de su claridad expositiva, de su capacidad para la metáfora y del tono narrativo.
En esta ocasión no se limita
a contar qué es la teoría del caos, sino que muestra cómo se revela este comportamiento en casi todo lo que nos ocurre, porque vivimos en un mundo de ecuaciones no lineales. El tráfico en las ciudades responde también a un comportamiento caótico, es decir, impredecible. La misma calle en distintos días, pero a la misma hora, tienen tráfico distinto; el tamaño del atasco depende de muy pequeños cambios impredecibles en las condiciones de partida que llevan al sistema a conductas muy diferentes.En un sistema lineal convencional, un pequeño error de partida se mantendrá a lo largo de la ecuación y al final tendremos un pequeño error en la solución. Si se ordena una biblioteca de cien libros y se numeran los libros por orden alfabético según el apellido del autor, colocar a Gribbin antes que a Gould, por ejemplo, no tendrá efectos impredecibles cuando uno llegue a Sagan.
Pero las mutaciones, cambios mínimos en el orden de las letras de la molécula de ADN, que no es sino otro tipo de biblioteca, originan la aparición de especies y cambia el curso de la evolución, porque esos pequeños cambios se retroalimentan. De hecho, buena parte del libro se dedica, precisamente, a la aplicación del caos a los procesos biológicos, y en concreto a su efecto en la evolución.
Esta implicación del caos en la evolución funciona en el plano de las especies y también en el de los individuos, porque la mínima mutación que hace que un individuo concreto tenga una característica levemente distinta del resto de la camada puede influir positiva o negativamente para que ese individuo tenga más o menos éxito reproductivo. Y ese cambio se verá potenciado o disminuido por los cambios ambientales, también sistemas caóticos, lo que hace que los efectos se multipliquen exponencialmente.
Así, la celebérrima maripo-
sa brasileña (el artículo original, de Edward Lorenz, publicado en 1972, se titula ¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil causar un tornado en Tejas?) sigue volando y sirviendo de metáfora del caos, aunque, evidentemente, no hay que tomarlo al pie de la letra. El aleteo de una mariposa en Brasil no puede identificarse como la causa de un tornado en Tejas, pero tampoco se puede excluir que otra mariposa que vuela en China lo evite.
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