La madre afirma ahora que la niña maltratada "tenía miedo" a su agresor
La mujer, en libertad con cargos, dice que halló a la niña "medio muerta e inconsciente"
Ana María C. F., la madre de la niña maltratada de Barcelona, manifestó ayer que la pequeña "tenía miedo" a su actual compañero sentimental, Francisco Javier P. E., encarcelado por estos hechos, aunque la mujer precisó que nunca vio "nada extraño" en el comportamiento del hombre que le hiciera sospechar. La madre se encuentra en libertad, pero sobre ella pesa también la acusación de asesinato en grado de tentativa. La pequeña experimentó ayer una "ligera mejora" en su estado de salud y su pronóstico evolucionó de muy grave a grave.
La madre de la niña declaró ayer a Efe Televisión que su actual compañero sentimental "trataba muy bien a Alba", la niña de cinco años hospitalizada desde la noche del pasado día 4 como consecuencia de los malos tratos que supuestamente recibió de Francisco Javier P. E. Con todo, explicó que esa buena relación con la niña no alcanzaba el nivel de la que mantenía el hombre con su hija biológica.
"Lo primero que quiero es que Alba se recupere", dijo ayer la madre, "y lo segundo es que pague", en referencia a la posibilidad de una condena contra su compañero sentimental. Con todo, la mujer precisó que, "por muchos años de cárcel que le caigan, nunca pagará lo que ha hecho".
Ana María C. F., de 36 años, relató que su hija era una niña triste, que recibía asistencia psicológica y que, a pesar de su corta edad, se le había diagnosticado un principio de depresión. En cuanto a la retirada de la guardia y custodia de Alba que acordó miércoles el Departamento de Bienestar y Familia de la Generalitat la madre aseguró que, de no poderla ejercer ella, desearía que la tuviera su madre. En este sentido, se opuso por completo a que el padre biológico, Álvaro Luis C., pudiera obtener la custodia de la pequeña, tal y como ha reclamado el hombre.
La mujer explicó que la noche del pasado día 4, estaba esperando en la puerta de su domicilio que su compañero bajase con la niña y que, ante la tardanza subió a buscarlos. En ese momento, vio como Francisco bajaba corriendo con la niña en brazos. "Estaba medio muerta, inconsciente y pálida, y me puse muy nerviosa". Al preguntarle al hombre por qué había tardado tanto, él le respondió que había visto a la niña inconsciente en el suelo y la había intentado reanimar porque era socorrista y había trabajado 12 años en la Cruz Roja. Ana María ha explicado que inmediatamente se fueron en coche al hospital.
Según la madre, Francisco se puso muy nervioso al ver aparecer a los Mossos d'Esquadra e insistió en irse. "Yo le dije que si no había hecho nada no tenía por qué ponerse nervioso". En esos momentos, Francisco P.E. se puso la chaqueta para regresar a su casa, a pesar de la insistencia de su compañera de que se quedara. "Me pareció que en el cuello de la chaqueta había manchas de sangre", recuerda ahora. Al día siguiente, al volver a su casa tras haber pasado toda la noche en el hospital, Ana María dice que se "derrumbó" al ver que "había sangre por todas partes. Vi el cinturón del albornoz atado a la pata de la silla y por la forma en que estaba, creo que ató a la niña con ese cinturón". Durante el registro de la vivienda por parte de los Mossos d'Esquadra, según la versión de Ana María, su compañero sentimental afirmó que el cinturón debía estar allí porque las niñas habrían estado jugando con él. "Pero cuando salimos de la casa para ir al hospital, el cinturón estaba en el baño", ha asegurado. La madre de Alba dice que los médicos que atendieron a su hija le explicaron que, a juzgar por las lesiones que tenía, era "como si Alba se hubiera caído de una altura de diez metros".
La madre quedó en libertad el pasado día 8, pero sobre ella pesa también la acusación de asesinato en grado de tentativa contra la menor por la que está encarcelado Francisco Javier P. E. En el auto de prisión, la magistrada Eugenia Canal Badia, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Barcelona, asegura que la mujer tuvo una "relación directa" con los hechos ocurridos en el domicilio familiar que derivaron en el maltrato a la niña. Por ese mismo motivo, la juez acordó la incomunicación en prisión del supuesto agresor con la mujer, así como con la hija de aquél, "para evitar la destrucción, ocultación y alteración de pruebas, ya que su hija es un testigo que puede contribuir de modo fundamental al esclarecimiento de los hechos".
Esta niña, de seis años, ya había explicado a su madre biológica, que, cuando pasaba los fines de semana con su padre, éste ataba de las manos a Alba, que en ocasiones también la ataba a una silla, le tapaba la boca con una cinta, le daba agua con una jeringuilla y le hacía comerse su vómito.
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