Cavaco asume la presidencia de Portugal en plena crisis económica
El líder conservador cohabitará con un Gobierno socialista
Cerca de 900 invitados nacionales y foráneos asistirán hoy en la Asamblea de la República de Portugal a la toma de posesión de Aníbal Cavaco Silva, cuarto presidente de la democracia y el primero que procede de la derecha. Portugal afronta un periodo de aparente estabilidad política (con tres años y medio sin elecciones a la vista) aunque en medio de una gran incertidumbre económica.
Cavaco, que fue primer ministro entre 1985 y 1995, ganó el 22 de febrero la primera vuelta de las elecciones con el 50,5% de los votos, ante cinco candidatos de la izquierda, y se resarció así de su derrota de hace 10 años frente al socialista Jorge Sampaio.
Cavaco Silva anunció ayer que en su discurso de investidura como jefe del Estado trazará una semblanza de su antecesor, Jorge Sampaio, a quien agradeció un traspaso de poderes "tranquilo y ordenado". Sampaio expresó a su vez su confianza en que éste será un presidente integrador.
El legado de la década Sampaio, analizado estos días al detalle, ofrece varias lecturas positivas: más reflexivo que intervencionista (salvo cuando disolvió el Parlamento para resolver la crisis del Gobierno de Santana Lopes), convencido seguidor de la UE y la ONU, intentó promover el prestigio del país en el exterior; abrazó con rapidez incipientes causas solidarias como la lucha contra el sida (estos días ha sugerido que quizá esté ahí su futuro), y dio carpetazo en 1999 a los últimos restos coloniales lusos, al devolver Macao a China y propiciar la independencia de Timor Este, país al que hace una semana realizó su último viaje oficial.
Aunque no evitó que Portugal formase parte de la coalición que invadió Irak contra el criterio de la ONU, Sampaio deja una imagen exterior de prestigio. Pero, en el interior, el país vive tiempos duros.
"Devolver la confianza"
El déficit público ronda el 6%, el paro ha alcanzado las cotas más altas de su historia, un 8%, y el crecimiento es de los menores de Occidente: las previsiones más alegres para 2006 no pasan del 0,8%. Tras regresar de una década de ausencia de la política para "devolver la confianza a Portugal", Cavaco sabe que gran parte de sus votos proceden de electores que le recuerdan como el gestor que llevó el país a sus cimas de bienestar (su Gobierno coincidió con la llegada de los fondos de la UE).
Aunque, por paradójico que resulte, el régimen semipresidencialista portugués no concede al jefe del Estado ningún margen de maniobra ejecutivo; el presidente, eso sí, puede molestar bastante, si ésa fuera su intención: promulga leyes y nombramientos, aprueba posibles referendos (el del aborto debe ser el primero) y, sobre todo, dispone de lo que aquí se llama la bomba atómica: el poder de disolver la Asamblea y convocar elecciones.
Pero no parece fácil anticipar un escenario como ése. El Partido Socialista gobierna con mayoría absoluta bajo la dirección de José Sócrates. Cavaco y Sócrates comparten su pasión por la economía. Y el propio Cavaco lleva meses prometiendo que será "el presidente de todos los portugueses". Estos días ha reiterado que el Gobierno debe esperar de él "una cooperación leal y estratégica para salir de la crisis", aunque vigilará que "el Gobierno gobierne bien".
Una ceremonia de alto riesgo
Cavaco jurará hoy su cargo entre grandes medidas de seguridad. La operación, declarada de alto riesgo, cuenta con un cuerpo de francotiradores de élite que vigilará el exterior del Parlamento y cuidará de las personalidades, mandatarios y ex mandatarios extranjeros que asisten al acto.
Entre ellos están el ex presidente de Estados Unidos George Bush, y los Príncipes de Asturias, que llegaron ayer a mediodía al aeropuerto militar de la capital. Poco después de aterrizar, el Príncipe visitó en el Palacio de Belém al presidente saliente, Jorge Sampaio (al que une una larga amistad con el Rey), y después se trasladó al Palacio de Queluz, donde se ha instalado temporalmente Cavaco, para felicitar al presidente electo. Don Felipe dijo a la salida de su cita con el presidente electo: "Como representante de la delegación española quería felicitarle por su victoria electoral y desearle mucho éxito en esta etapa que tiene por delante".
Tras manifestar que mantuvieron "una conversación privada" de unos 35 minutos, el Príncipe añadió que había querido también "ofrecer todo el apoyo de España en cuanto atañe a nuestras relaciones bilaterales y el trabajo conjunto en el seno de la UE y las agendas internacionales". Fuentes del Palacio de Belém informaron de que el Príncipe entregó en mano a Jorge Sampaio, durante un encuentro calificado de "muy caluroso", una carta personal de despedida del rey Juan Carlos.
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