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Reportaje:La lucha contra el terrorismo

"Jamás fui enemigo de América"

En las transcripciones los detenidos en el penal niegan su pertenencia a Al Qaeda y relatan algunos de los abusos sufridos

Yolanda Monge

En Guantánamo hay un detenido que relata que nació en Irak, que sufrió el régimen de Sadam Husein y que fue encarcelado en su país de origen porque era chií. Asegura al tribunal militar especial ante el cual compareció que, harto de todo, se unió a los talibanes en Afganistán 20 días antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Su puesto: chófer. Su razón: "Necesitaba el trabajo". "Nunca he sido un enemigo de América", asegura Alí al Tayeea, uno de los cientos de nombres ahora expuestos a la luz pública, después de que el Pentágono fuese forzado el pasado viernes a revelar los documentos secretos sobre quiénes están detenidos en Guantánamo.

"Me gustaría ser un ciudadano de Estados Unidos. Me gustaría ser un ciudadano americano", relata Al Tayeea. Este iraquí confesó al juez que odiaba a Osama Bin Laden y a Al Qaeda. "Si viera a Bin Laden, le mataría con mis propias manos". "Por Dios se lo juro, jamás fui un enemigo de América", prosigue el iraquí en una de las miles de páginas aportadas por el Pentágono. "Sólo era un ratoncillo asustado. Si hubiera sabido que los talibanes iban a atacar América, nunca hubiera ido a Afganistán", finaliza el preso.

"No me importa nada la ley internacional", dice un coronel de EE UU a un preso
"Soy agricultor. Sólo tenía rifles para protegerme", declara el afgano Zahir Shah

Los documentos liberados empezaron a colocarse anoche en el sitio de Internet http://www.defenselink.mil/pubs/foi/index.html, del Departamento de Defensa, por lo que serán de acceso público. Un abogado del Pentágono entregaba el viernes por la noche, cuando faltaban 20 minutos para que expirase el plazo, 60 archivos en un CD-ROM. Pero cuando apenas habían pasado unos pocos minutos, un funcionario de la Administración de Bush regresó y se llevó consigo el citado disco, que contenía cartas de familiares de algunos de los prisioneros que no debían ser hechas públicas. Una nueva versión fue aportada a la agencia Associated Press (AP) una hora más tarde.

AP es quien ha hecho posible que hoy se sepa un poco más de lo que sucede tras los muros de Guantánamo, al invocar la Ley de Libertad de Información. Además de a AP, Defensa entregó en la noche del viernes una copia de los archivos a otras grandes agencias de noticias.

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En las transcripciones, un afgano admite ante el juez tener rifles. A Zahir Shah lo transportaron de Afganistán a la base en Cuba acusado de ser miembro de un grupo islamista, así como de tener un lanzador de granadas y otras armas en su casa. Shah insiste en que las únicas armas que posee son rifles. "Para protegerme contra mi primo, con el que estoy peleado". "Lo único que hacía en Afganistán era dedicarme a la agricultura, a plantar sandías, maíz y verduras", continúa el afgano. "Aparte de eso, no hice nada más", finaliza la transcripción de la comparecencia de Zahir Shah.

En las más de 5.000 páginas que acaban con el secretismo del Gobierno de George W. Bush sobre la Cárcel de Guantánamo, también se recogen nombres de antiguos prisioneros ya liberados. Es el caso de Moazzam Begg y Feroz Abbasi, ambos ciudadanos británicos. Una nota escrita a mano a pie de página apostilla que Abbasi solicitó de forma reiterada que se le concediese el estatuto de prisionero de guerra garantizado por la Convención de Ginebra. Como todos los demás detenidos, a Abbasi no se le mostró prueba alguna contra él. Este musulmán británico arguye entonces "la ley internacional" ante el tribunal militar especial que lleva su "caso" y reclama no ser clasificado como un "combatiente extranjero".

Un coronel del Ejército del Aire, cuya identidad está borrada en los informes, le asegura que no tendrá "nada parecido" a la ley internacional. "Señor Abbasi, su conducta es inaceptable y éste es el último aviso que le doy. No me importa nada la ley internacional". Y prosigue el coronel: "No quiero volver a oír otra vez las palabras ley internacional". "La ley internacional no nos atañe". Acto seguido, pide que retiren a Abbasi de su presencia y le devuelvan a su celda.

Abbasi se quejó en agosto de 2004 de que en dos ocasiones policías militares estadounidenses habían tenido relaciones sexuales en su presencia. Otros militares le forzaron a comer cerdo, un pecado para los musulmanes. Y otros más le obligaron a rezar hacia el norte, hacia Estados Unidos, en lugar de hacia La Meca, como los musulmanes están obligados a hacer.

Identificado como Abdul Hakim Bujary, un nacional de Arabia Saudí niega ser miembro de Al Qaeda. Pero reconoce haber viajado desde ese país hasta Afganistán para luchar contra las fuerzas estadounidenses. Admite Bujary que conoció a Bin Laden, el líder de la red terrorista Al Qaeda, hace 15 años, "cuando luchaba contra las fuerzas soviéticas en Afganistán". A continuación, el hombre que luchó al lado de los talibanes y que debe haber perdido ya la cabeza tras años de confinamiento, elogia a sus captores por cómo dirigen Guantánamo. "Los prisioneros están aquí como en el paraíso", expresa Bujary ante el juez militar. "Los americanos son gente muy buena. De veras. Nos dan tres comidas al día. ¡Zumos de frutas y muchas más cosas!". Aun así, el saudí confiesa que le gustaría volver a su hogar, con su familia.

A su casa sólo han regresado 14 detenidos, según el Pentágono. De los 463 casos vistos hasta diciembre de 2005, 329 prisioneros deben seguir, en opinión de Defensa, retenidos indefinidamente y 120 han sido transferidos a otros países.

De la etnia uighur, en la provincia de Xinjiang, noroeste de China, Abdul Gappher partió un día de junio de 2001 hacia Afganistán -cruzando Pakistán y Kirguizistán- para "ser entrenado y poder volver a luchar contra el Gobierno chino". Fue capturado en Pakistán. Asegura en una de las 317 transcripciones hechas públicas que llegó a manos de los soldados de Bush después de que oficiales de policía paquistaníes le "vendieran" al Gobierno de Estados Unidos.

Dos militares de EE UU trasladan a un detenido para interrogarle en 2002.
Dos militares de EE UU trasladan a un detenido para interrogarle en 2002.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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