Baile de seducción

Una ocasión más, pero ésta es de las acertadas, en la que el teatro mira hacia el flamenco para contar una historia. Qué mejor herramienta que el baile para dar forma a una seducción, la de Conchita Pérez, la mujer fatal de la novela del francés Pierre Louÿs que encuentra así una de sus más adecuadas lecturas. El ridiculizado Don Mateo lo cuenta en su largo monólogo e Isabel Bayón lo ilustra con un baile cargado de sensualidad. El atrás, además de acompañarlo, se convierte en parte de la escenografía y, en el caso de Juan José Amador, de una forma admirablemente polifacética.

La bailaora también canta y actúa pero, sobre todo, interpreta con su baile el guión diseñado por José Manuel Gamboa de una manera poliédrica, adquiriendo todas las formas que el cante y la historia le van dictando. Un real despliegue de recursos bien empleados. Nos quedamos con la inusual bambera, con los sensuales tangos en déshabillé, o con la gracia de los tanguillos compartidos con Tomasito. Pero hubo más, y todo bueno.