Orientales malsanos
Fruit Chan, Park Chan-wook y Takasi Miike, tres de los más prestigiosos cineastas orientales actuales, han unido sus mentes perversas para construir una película formada por historias cortas de una calidad media más que notable, en las que exponen algunas de sus obsesiones con una particularidad: los relatos tienen una duración de unos 40 minutos, un tiempo que en algunos casos se adapta mejor a su estilo que las dos horas de los largometrajes, en determinadas ocasiones demasiado estilizados y estirados.
Dumplings, de Fruit Chan, ilustra hechos terribles contados de una manera melancólica, incluso tierna. El terror al envejecimiento, el canibalismo y los tratamientos de fertilidad ejercen de excusa para que el realizador chino, presente en festivales pero casi desconocido en los cines españoles, exponga una cruel repulsión quizá un tanto vacua. Chan utiliza una música de lo más angelical que contrasta de forma efectiva con las imágenes de fetos muertos o con el sonido de la peculiar comida en la boca de los protagonistas. Hoy mismo se estrena la versión larga de su mediometraje, en la que el director aprovecha para explicar mejor la difícil personalidad de la protagonista, una especie de Norma Desmond de El crepúsculo de los dioses empeñada en rejuvenecer, y donde el tono melancólico se transforma en más inquietante y terrorífico.
THREE... EXTREMES
Dirección: Fruit Chan, Park Chan-wook, Takashi Miike. Intérpretes: Bai Ling, Lee Byung-hun, Kyoto Hasegawa, Atsuro Watabe. Género: terror. Japón, Corea del Sur, Hong-Kong, 2004. Duración: 115 minutos.
Como si se tratara del Federico Fellini de 8 y 1/2, aunque reciclado por la batidora de la perversión, el coreano Park Chan-wook, autor de la salvaje Old boy, centra su historia en un director de cine al que le acosan sus fantasmas en forma de revolucionarios extras de sus películas. Surrealista, histriónica, operística y pesadillesca, Cut, título de la pieza, contiene impactantes encuadres y movimientos de cámara, y una perturbadora reflexión sobre el oficio del creador y sobre los remordimientos convertidos en enfermiza presencia.
Por su parte, el japonés Takashi Miike, conocido aquí por la saga de Dead or alive, ha confeccionado Box, el mejor de los cortes. A pesar de la presencia del típico fantasma ojeroso al que le crujen los huesos en cada movimiento, casi un lugar común del cine oriental de terror, la potencia visual de Miike lleva a su historia hasta el territorio del lirismo. Los celos, los odios filiales, el incesto y la tristeza del ambiente del circo nos trasladan hasta el clásico Freaks (Tod Browning, 1932). Mientras, la sorpresa se hace dueña de cada giro en el guión, hasta culminar en ese impactante plano final en el que se hace patente la necesidad de que existan mentes tan malsanas como la de Miike para que el cine siga impactando.
Babelia
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