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El gobierno municipal trata de minimizar el impacto de las constantes divergencias entre Clos y Portabella

Ley del silencio. Los grupos municipales que integran el gobierno de Barcelona (socialistas, republicanos e Iniciativa) decidieron ayer que no decir nada era la mejor medicina contra las desavenencias que afloraron por enésima vez anteayer con motivo del futuro traslado del zoológico de la ciudad. En el grupo socialista se recordó, solamente, que la última palabra la tiene siempre el alcalde, Joan Clos. Aunque en realidad la última palabra la dijo Portabella poco después de que Clos anunciara la posibilidad del traslado a los terrenos que en su día ocupó Rioleón Safari, en el Baix Penedès.

La intervención de Clos, coincidiendo con que el segundo teniente de alcalde, Jordi Portabella, se hallaba de viaje en Israel, y el urgente desmentido del republicano se convirtieron ayer en silencio. Portabella, según fuentes de su oficina en el Ayuntamiento, tenía "dificultades de conexión".

La distancia entre Portabella y los socialistas se va acentuando a medida que avanza la legislatura. A poco más de un año de las elecciones municipales, Portabella trata de mostrar distancia respecto a los socialistas y difundir la idea de que es posible un pacto con Convergència i Unió (CiU) sobre la base de un reparto de la alcaldía. Una posibilidad que CiU se ha apresurado a rechazar. Los convergentes creen que alentar una hipótesis de este tipo sólo actúa en favor de Esquerra Republicana (ERC). Las cosas llegaron a mayores cuando en el Partit dels Socialistes (PSC) -aunque no en el grupo municipal, sino en el partido- se sugirió públicamente que ERC debería empezar a darse cuenta de que los socialistas tienen un socio posible en Xavier Trias que evitaría estar a merced de las salidas de tono de Portabella, algunas de las cuales molestan incluso a algunos sectores de su partido, que preferirían un candidato distinto. Trias se apresuró a rechazar también la posibilidad de un pacto entre CiU y el PSC.

Iniciativa per Catalunya Verds, a la que los republicanos ya descalificaron hace unas semanas de modo radical, optó ayer también por el silencio como táctica porque en todos estos bailes sólo aparece para ellos una posibilidad: quedarse sin pareja y fuera de la pista.

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