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Solana considera útil que Rusia entable un diálogo con Hamás

Los islamistas palestinos eligen al moderado Haniya como candidato a primer ministro

"Estamos ante una situación especial", dijo ayer en Jerusalén el alto representante de Exteriores de la UE, Javier Solana. En algunas cuestiones coincide con Israel; en otras, no. La UE no invitará a los fundamentalistas a negociar; la financiación de la Autoridad Palestina (AP) continuará al menos hasta la formación del Gobierno, que salvo gran sorpresa encabezará el islamista moderado Ismail Haniya, y considera "útil que Rusia dialogue con Hamás".

La coyuntura política en los territorios palestinos a 24 horas de la inauguración del Parlamento, dominado por los fundamentalistas con 74 de los 132 diputados, es confusa. "Ha habido declaraciones contradictorias de líderes de Hamás. Hay que esperar a la formación del Gobierno para saber si contamos con un interlocutor", dijo Solana. El plazo para designar el Ejecutivo es de cinco semanas tras la constitución de la Cámara.

Aunque aseguró que en Europa se han dado experiencias de organizaciones terroristas cuyos brazos políticos han participado en elecciones, el alto representante reiteró las exigencias que la UE: "No podemos aceptar que se utilicen las armas y al mismo tiempo se esté en el Parlamento. La democracia no es sólo participar en los comicios". La UE condiciona el diálogo con Hamás a su reconocimiento de Israel, a la renuncia a la violencia y a la aceptación de los acuerdos firmados por la AP. "No se van a producir cambios radicales en 24 horas", apuntó Solana.

Tras reunirse con Abbas, Solana anunció su respaldo al dirigente palestino. Ahora y en el futuro. "No es ambiguo. Va a pedir a Hamás que forme Gobierno, pero con un programa coincidente con el suyo". No es probable que el partido fundamentalista (aunque ha mostrado su disposición a declarar una tregua de larga duración) asuma la línea política de Abbas, que coincide con las demandas israelíes y de la UE. No obstante, Bruselas, que aporta 500 millones de euros anuales, continuará contribuyendo al menos hasta conocer los planes del Gobierno.

Mientras, Israel amenaza con cortar relaciones con Abbas y anular las transferencias de los impuestos que recauda en nombre de la AP desde la constitución del Legislativo. "No estamos de acuerdo con esa decisión", aseguró Solana. "Siempre negociaremos con Abbas", añadió. Una fuente diplomática europea asegura que "se buscarán fórmulas para financiar al Ejecutivo palestino" incluso en el supuesto de que Hamás controle los ministerios que reciben esos fondos. "Habrá que buscar intermediarios", añadió la fuente.

Mientras, Hamás continúa su camino. Aunque no es definitivo, Jalil Nofal, uno de los máximos dirigentes del movimiento, confirmó a este diario que el pragmático Ismail Haniya será el candidato al puesto de primer ministro.

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La campaña diplomática de este movimiento para quebrar el aislamiento que le impone Israel y EE UU prosigue. Una delegación encabezada por Jaled Meshal, principal dirigente en el exilio, se reunió en Ankara (Turquía), fiel aliado de Washington, con el ministro de Exteriores, Abdulá Gül. Y también se confirmó ayer que a principios de marzo, una representación de Hamás visitará Moscú en respuesta a la invitación del presidente Vladímir Putin, una iniciativa que levantó ampollas en Israel y EE UU, ya que supone una quiebra de la unidad de criterio que habían mantenido los mediadores del Cuarteto (formado por Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas). "Creo que será útil que Rusia dialogue con Hamás", comentó Solana. El Gobierno de Ehud Olmert discrepa.

La Administración israelí tampoco se da respiro. Además de la asfixia financiera, el ministro de Defensa, Saúl Mofaz, propuso la prohibición de entrada en Israel de los trabajadores palestinos. Según el diario Yediot Ahoronot, el asesor Dov Weissglas, durante una reunión del Gabinete, resumió con crudeza: "Hay que hacer que los palestinos adelgacen, pero que no se mueran de hambre".

Javier Solana (izquierda) y Mahmud Abbas, ayer en Ramala.
Javier Solana (izquierda) y Mahmud Abbas, ayer en Ramala.REUTERS

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