Más de 40.000 paquistaníes protestan contra las caricaturas
Más de 40.000 simpatizantes del grupo islamista suní Tehreek se manifestaron ayer pacíficamente por las calles de Karachi, la mayor ciudad de Pakistán, en protesta contra las caricaturas de Mahoma. El orden fue la principal característica de esta multitudinaria manifestación, cuyo pacifismo contrasta con las habidas en los tres días precedentes, en los que las marchas en las grandes ciudades de Lahore y Peshawar dejaron paso a una violencia incontrolada contra comercios e intereses occidentales por la que cinco personas perdieron la vida, entre ellas un niño de ocho años.
El presidente paquistaní, general Pervez Musharraf, que criticó la violencia de las protestas, se declaró convencido de que detrás de éstas hay "elementos criminales" que buscan sacar su propio beneficio. El presidente, que condenó en un comunicado las "blasfemas" caricaturas, añadió que "el Gobierno no permitirá que elementos criminales y claros intereses tomen la justicia por su mano y creen problemas a la población".
Miles de soldados, efectivos paramilitares y policías fueron movilizados para impedir un estallido de violencia en Karachi, la ciudad que alberga el principal puerto de Pakistán y donde habitan alrededor de 12 millones de personas. En los últimos días fueron atacadas en esta sureña ciudad algunas cadenas de comida rápida estadounidenses como McDonald's y Kentucky Fried Chicken.
Ayer, también se manifestaron en Lahore centenares de estudiantes de la Universidad de Punjab para protestar por la muerte del joven de 18 años, que trabajaba en la cantina de la universidad, muerto en el intercambio de fuego entre agentes y manifestantes el martes.
Por otra parte, 40 personas fueron detenidas ayer en relación con el asesinato el día anterior de tres ingenieros chinos que trabajaban para una cementera extranjera, y su chófer, paquistaní, en Hub, un pueblo cercano a Karachi pero dentro de la provincia de Beluchistán. El Ejército de Liberación Beluchi, que pretende la independencia de Beluchistán (suroeste del país), se atribuyó el asesinato como advertencia contra quienes pretenden explotar los recursos naturales de la zona.
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