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Reportaje:

Dejar atrás el machismo

Más de 1.100 adolescentes de Álava participan en los talleres que Cruz Roja y la Vital realizan sobre violencia conyugal

"No es lo mismo estar en una mina que planchar", comenta un alumno de 3º-B del Colegio Niño Jesús de Vitoria. "Pues habría que verte a ti planchando", le responde de inmediato una compañera. Es uno de los momentos más acalorados del debate sobre violencia de género que se desarrolló el martes por la tarde en esta aula de 25 alumnos, 15 chicas y 10 chicos. Yolanda Frías, de Cruz Roja Juventud de Álava, responsable de la charla, llamó a la calma: se trataba de hablar de la igualdad de oportunidades de la mujer y el hombre en el acceso al trabajo. Sólo de eso. La charla formaba parte de un programa sobre violencia de género que financia la Caja Vital.

Este curso 2005-2006, más de 1.100 adolescentes participarán en esta actividad que se desarrolla en cuatro sesiones de una hora. Se pretende que los alumnos de entre 12 y 16 años comprendan que las diferencias de género no son más que físicas, que los problemas no se resuelven con la violencia, que hombres y mujeres son iguales a la hora de acceder a un trabajo o en las obligaciones domésticas. Ya es la cuarta temporada en que se propone esta iniciativa y en esta ocasión se desarrollará en 17 centros de Vitoria y su provincia.

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"Está claro que las cuestiones que planteamos se aprenden desde el nacimiento, que en cuatro horas no vamos a resolver lo que chicos y chicas han vivido durante años. Lo enfocamos hacia una futura relación en pareja: no podemos cambiar referentes, pero sí llamar la atención", aclara Frías. Por eso las explicaciones, siempre desde una dinámica participativa y crítica, se realizan sin pelos en la lengua. Por ejemplo, para mostrar a los adolescentes que la discriminación de género empieza por el vocabulario coloquial: "Si una película es buena, decimos que es cojonuda; y si es mala, que es un coñazo: ya en un momento tan trivial como es la salida del cine, encontramos esos estereotipos. Y, como vimos en la primera sesión", recalca Yolanda Frías, "la diferencia entre hombre y mujer es sólo física". Al comienzo de su segunda charla recuerda a los alumnos cómo en el primer encuentro, con un juego sencillo (un marciano que viene a la Tierra para descubrir las diferencias entre hombres y mujeres), ya habían descubierto que los tópicos no son más que eso, tópicos.

Pero ahí están. Decenios de movimiento feminista no han acabado con milenios de educación machista. En la encuesta que el marciano realiza a los adolescentes las respuestas son, no por previsibles, alucinantes. En general, según las memorias de Cruz Roja Juventud, las chicas dicen de los chicos que son "brutos, pasotas, infieles, chulos, pero también manitas, protectores, seguros". Mientras que los chicos opinan que las chicas son "pijas, creídas, cuidadosas y responsables".

La primera jornada sirvió, efectivamente, para resolver estos tópicos que surgen siempre, en todos los centros. Como ese que dice que el trabajo en la mina es imposible para las mujeres. "Es increíble, en Álava no hay minas, pero ese argumento aparece siempre que se habla de la igualdad de oportunidades en el trabajo". Yolanda Frías sabe que la primera parte del taller es la más polémica, porque no se habla directamente de la violencia hacia la mujer como discriminación máxima, el asunto que se trata en la tercera sesión.

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En esa sesión, como en la siguiente, dedicada a la propuesta de herramientas positivas para una relación de pareja igualitaria, el ambiente se distiende. A nadie se le ocurre defender (como ha hecho el catedrático jubilado de Teología de Valencia, Gonzalo Gironés, que acusa a las mujeres maltratadas de provocar) la agresión a la pareja. El debate grueso está en el papel que juega la mujer, por ejemplo, en la administración doméstica. "Al fin y al cabo, las amas de casa son unas mantenidas", comenta un chaval provocador.

Yolanda Frías aclara éste y otros comentarios fuera de lugar. "En general, en todos los centros, los comentarios en público no revelan el sentir general; aunque sí es cierto que todavía queda mucho que hacer para acabar con la discriminación que origina la violencia de género". El debate concluyó con la explicación de las diferencias conceptuales entre feminismo y machismo. Ahí es nada.

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