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Más de 50.000 refugiados saharauis pierden sus casas en las inundaciones

Médicos del Mundo: "Es una emergencia dentro de una emergencia"

Estaban escasos de alimentos y, para mayor desgracia, la lluvia ha destrozado sus casas de adobe. Más de 50.000 personas se quedaron sin casas. Entre la mitad y un tercio de los campamentos de refugiados saharauis en el suroeste de Argelia han sido arrasados por las lluvias que cayeron a finales de la semana pasada en una de las zonas más áridas del Sáhara. España, Argelia y los organismos internacionales han enviado ayuda de emergencia.

Felisa Suárez, la coordinadora de la organización no gubernamental (ONG) Médicos del Mundo, resumió con pocas palabras lo sucedido en Tinduf, la ciudad argelina en cuyas cercanías están los cuatro campamentos: "Es una emergencia dentro de una emergencia".

En los campamentos se vive muy mal, sin luz eléctrica, sin agua corriente, padeciendo temperaturas extremas y con una alimentación deficiente. La situación empeoró aún más a finales del año pasado.

La Media Luna Roja Saharaui, el equivalente de la Cruz Roja, denunció, el 5 de febrero, "el silencio" del Programa Alimentario Mundial y del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) ante los apuros que padecen los saharauis por culpa de la cicatería de los dos organismos de Naciones Unidas que suministran la ayuda. Para alimentar a sus refugiados, el Frente Polisario se había visto obligado a echar mano de las reservas estratégicas.

La puntilla

Las inundaciones han sido la puntilla. La mitad de las precarias casas de tres de los cuatro campamentos -Smara, El Aaiún y Auserd-, se han desplomado, y la cuarta parte está seriamente dañada, según señaló el lunes ACNUR. Entre 50.000 y 60.000 personas se han quedado sin hogar.

ACNUR nunca ha podido contar a los refugiados, que ascienden, según el Polisario, a 160.000, mientras que Rabat asegura que no superan los 100.000. Buena parte de ellos se instalaron allí en 1975, cuando España entregó el Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania, pero otros muchos permanecen en la antigua colonia.

Las lluvias devastadoras han acabado movilizando la ayuda internacional. Primero llegó la de Argelia, enviada por el Ejército, y ahora están en camino la de ACNUR, la de Comisión Europea y la de España.

La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) fletó dos aviones, que transportarán entre ayer y hoy 63 toneladas de alimentos. Comunidades autónomas, ayuntamientos, ONG de ayuda humanitaria y asociaciones de amistad con el pueblo saharaui hicieron también donaciones o colectas para enviar mantas, tiendas de campaña y medicinas.

Dejando de lado las divergencias, Trinidad Jiménez, secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, publicó ayer un comunicado en el que hace "un llamamiento a los ciudadanos" para que ayuden a mitigar los efectos de la tragedia.

En sus últimas visitas a España, a finales de 2005, Mohamed Abdelaziz, el líder del Polisario, se mostró muy crítico con el Gobierno socialista. "Desde que es ministro de Exteriores [Miguel Ángel Moratinos] se esfuerza por hacer una relectura del plan Baker [aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2003] para amputarle lo que más inquieta a Marruecos: la autodeterminación", declaró, por ejemplo, a finales de 2005.

Algunos pequeños éxitos diplomáticos del Polisario pueden también contribuir a atenuar el dolor provocado por la catástrofe. Ecuador se sumó a finales de la semana pasada a la larga lista de países que reconoce a la República Árabe Saharaui Democrática, la entidad creada por los independentistas saharauis. Tras su reciente visita a Argel, el presidente brasileño, Luiz Ignacio Lula da Silva, se dispone a hacer otro tanto, según dan a entender los diplomáticos argelinos.

El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, desmintió además el lunes en Ifran (Marruecos) a aquellos que se empeñan en Rabat en relacionar al Polisario con el terrorismo de Al Qaeda. "En mi opinión hay otras áreas más propensas" a la aparición del extremismo que el Sáhara Occidental, declaró Rumsfeld tras ser recibido en audiencia por el rey Mohamed VI. Se refirió a continuación a "amplias zonas no gobernadas" en los países del Sahel (Malí, Níger, Mauritania y Chad).

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