La toma en consideración del Estatuto
Ni siquiera los contactos discretos que han venido manteniendo estos días socialistas y populares permiten aventurar que éstos últimos vayan a incorporarse, plenamente, a la tarea de la reforma del estatuto andaluz. Esta semana tendremos una nueva oportunidad para comprobarlo en el pleno del jueves en el que se somete a votación en el Parlamento la propuesta de toma en consideración de dicha reforma. En esos encuentros se contrastaron las posiciones de unos y otros y se llegó a comprobar que la mayoría de los votos particulares que plantea el PP podría resolverse con retoques semánticos y formales. Sólo queda un resto de dichos votos que sería inasumible para el PSOE dado que lejos de propiciar una mayor cuota de autogobierno para Andalucía, van encaminados no ya a igualarnos con Cataluña, dado que tan propicios son a las comparaciones, si no a todo lo contrario, esto es, a rebajar, simple y llanamente, el grado de autonomía que en la actualidad se goza en Andalucía. Éste es el único dato real que no se debe perder de vista para comprender la estrategia que sigue el PP en este debate y no confundirse así en el mar de dudas en el que parece moverse como pez en el agua su presidente, Javier Arenas, quien no hace más que incurrir en constantes y continuas contradicciones.
De modo que, si bien anuncian que ellos estarán al final del proceso votando sí a la reforma del Estatuto, lo cierto es que está por ver que den su visto bueno a que continúe su tramitación en la Cámara. Saben que todo lo que sea lastrar su elaboración puede venirles bien dado lo ajustado del calendario. Aún así, parece que lo socialistas ya han puesto la venda antes que la herida y han cerrado con la dirección del partido en Madrid, y del propio grupo parlamentario en el Congreso, que sea el estatuto andaluz el que se aborde inmediatamente después del catalán, tal y como aseguraba ayer en EL PAÍS, el secretario de Política Autonómica, Alfonso Perales. De esta forma, se pretende tener listo el documento para que se celebre finalmente el referéndum allá por el 25 de Febrero del año que viene.
Esas son las cuentas y los planes frente a un PP que soporta mal un sosegado análisis sobre las propuestas que realiza para Andalucía. Este extremo lo viene poniendo de manifiesto, además, el mismo presidente andaluz, Manuel Chaves, quien está dispuesto a protagonizar el peso del debate de esta semana en el Parlamento. Esa realidad, puede que sea la que esté, tal vez, detrás del extraño mensaje de su secretario general, Juan Ignacio Zoido, quien reclama que se baje la crispación existente en el panorama político. Extraño llamamiento por cuanto lo cierto es que los mensajes más recientes que se vienen escuchando en los dirigentes del PP para nada contribuyen a ese objetivo de rebajar la tensión. A lo mejor es que han llegado a la conclusión de que ese clima de enfrentamiento es lo peor que le puede pasar a su líder Arenas, cuya imagen sale sistemáticamente suspendida en todo tipo de sondeos electorales. Sólo, por tanto, desde esa perspectiva podría entenderse un cambio en la estrategia del PP andaluz con lo que se seguiría así los pasos de sus compañeros de Galicia quienes, a diferencia de lo que se ha hecho hasta ahora en Andalucía, parece que han puesto tierra de por medio con respecto a la dirección de Madrid en el afán de modular un discurso propio.
Mientras tanto, conviene no perder de vista lo que ocurre en los aledaños del PP. El mismo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, vaticina que se abrirá en el seno de este partido un proceso de autocrítica y reflexión. Si bien lo relaciona en función a su anuncio del principio del fin de ETA, lo cierto es que este augurio bien podría servir, igualmente, para seguir de cerca los movimientos que están ejecutando personajes como el presidente de la Diputación de Almería, José Añez y otros. En Antequera se han visto las caras críticos de buena parte de Andalucía estableciendo un banderín de enganche que, llegado el momento, las elecciones municipales, puede suponer un serio contratiempo para los planes futuros de Arenas.
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