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LA RIQUEZA DE LA TEMPORADA ARTÍSTICA

El Louvre exhibe las imágenes del primer concurso de pintura, realizado en la Venecia del siglo XVI

El primer gran concurso de pintura conocido fue organizado por las autoridades venecianas para reponer la pintura mural de Guariento di Arpo que decoraba la sala del Gran Consejo y que un incendio, el 20 de diciembre de 1577, destruyó totalmente. Ahora, una exposición que se inaugura mañana en el Louvre recrea aquel concurso con los esbozos y dibujos pintados entonces. A partir del 5 de junio podrá verse en Madrid, en el Museo Thyssen-Bornemisza y, ya en septiembre y hasta el 30 de noviembre, en el palacio ducal de Venecia.

Los artistas invitados a participar en aquel concurso son Jacopo Robusti, más conocido como Il Tintoretto; Paolo Caliari, que ha pasado a la historia como Il Veronese, pues no en vano había nacido en Verona en 1528; Jacopo Negretti, al que en Venecia todos llamaban Palma il Giovane, puesto que era un sobrino de otro Palma pintor; Francesco dal Ponte, joven prometedor hijo de Jacopo Bassano y de quien va a heredar este apellido que remite al lugar de origen, y el quinto invitado es Federico Zuccaro, el único que no trabajaba regularmente en Venecia.

El pliego de condiciones era estricto: imaginar un óleo de 7 metros de alto por 22 de largo, el tema era la Coronación de María en los cielos, y esos cielos tenían que presentarse de acuerdo con los criterios de jerarquía existente en el llamado "noveno cielo", ése en el que, según Pascal, "el centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna", y en el que los círculos concéntricos, el movimiento y los colores corresponden a unas normas descritas por Dante.

Como acostumbra a suceder con los grandes concursos con figuras destacadas, nada se desarrolló conforme a lo previsto. Los invitados presentaron dibujos y esbozos pintados -los que ahora configuran la exposición itinerante, que se reúne por segunda vez desde 1580-, pero el jurado tardó en tomar una decisión.

Al final dio su visto bueno a dos proyectos, el de Bassano y el de Veronese, dejando en manos de los artistas la responsabilidad de hallar una síntesis. Era un reto imposible, pues si Veronese imagina el paraíso como una bóveda vista desde dentro, Bassano contempla la bóveda desde fuera, es decir, que lo que en uno es una perspectiva cóncava, en el otro es convexa. Puede que el proyecto de Veronese fuese mejor, pero el de Bassano tenía el mérito de incluir algunos próceres venecianos, es decir, algunos de los mecenas, entre los "justos", ya instalados en el paraíso.

La realidad o el tiempo resolvieron el problema: Veronese murió antes de la prodigiosa síntesis y el pobre Bassano acabó confesando que el proyecto era excesivo para sus solas espaldas. En 1588, el proyecto recae en las de Tintoretto, que acomete el trabajo con la ayuda de su hijo Domenico y de todo su taller. Así pues, la pintura acaba realizándola un artista que no figuraba entre los seleccionados y Domenico se toma muchas libertades respecto al proyecto presentado por su padre que, muy anciano, no está en condiciones de controlar los trabajos, máxime cuando éstos se prolongan durante más de cuatro años. Domenico tampoco participa del mito del joven artista rebelde y su aportación pasa por reforzar el carácter autocelebrativo de la pintura, que presenta Venecia como una Nueva Jerusalén y la organización social de la República oligárquica de Venecia como un equivalente laico del Vaticano. Cristo es el Dux, y el dux veneciano, su vicario en la tierra. En definitiva, Venecia era el paraíso en la tierra y su aristocracia era el trasunto de la aristocracia del corazón reinante en los cielos.

<i>La consagración de la Virgen</i>, conocida como <i>El Paraíso,</i> de Tintoretto.
La consagración de la Virgen, conocida como El Paraíso, de Tintoretto.

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