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Reportaje:

Por qué la pareja es un factor de salud

Coger de la mano a un ser querido puede calmar las neuronas sometidas a estrés

Las mujeres casadas sometidas a un estrés extremo que tienden la mano para coger la de su marido sienten un alivio inmediato, según han descubierto unos neurocientíficos en lo que consideran el primer estudio sobre cómo el contacto humano afecta a la respuesta neuronal a situaciones intimidatorias. El efecto tranquilizante del contacto pudo apreciarse en escáneres de zonas del cerebro profundo que participan en el registro de alertas emocionales y físicas.

El alivio que sintieron las mujeres fue bastante superior en el caso del contacto de sus maridos que cuando la mano era cogida por un extraño, y las que estaban especialmente unidas a su pareja fueron las que recibieron un mayor confort, agrega el estudio.

El contacto con el cónyuge en una pareja unida mitiga la sensación de dolor

Esta investigación ayuda a explicar uno de los rompecabezas más duraderos de las ciencias sociales: por qué los hombres y las mujeres casados o con pareja estable gozan generalmente de más salud que los que no lo están. Los maridos y las mujeres que están unidos tienden a limitar los excesos del otro, como la bebida y el tabaco, pero no lo suficiente como para que ello explique una mejor salud en comparación con los solteros, dicen los investigadores. "Se trata de una ciencia muy imaginativa y vanguardista, que vincula esta compleja respuesta al estrés con distintas zonas del cerebro", señala Ronald Glaser, director del Instituto de Investigación de Medicina Conductiva de la Universidad de Ohio, que no participó en el estudio. En la investigación, que aparecerá en la revista Psychological Science este año, neurocientíficos de las universidades de Wisconsin y Virginia reclutaron a 16 parejas clasificadas como muy felizmente casadas en un cuestionario con preguntas sobre maneras de afrontar situaciones, su intimidad e intereses mutuos.

Estiradas en las entrañas de una máquina de resonancia magnética y conscientes de que recibirían una leve sacudida eléctrica en un tobillo de forma periódica, las mujeres sentían una perceptible aprensión. Las imágenes cerebrales mostraron picos de activación en regiones que participaban en la previsión del dolor, la acentuación de las manifestaciones físicas y la regulación de las emociones negativas, entre otros sistemas. Pero en el momento en el que notaban la mano de su marido, la resonancia mostraba claramente que el nivel de actividad descendía en todas las áreas del cerebro que se estaban preparando para la amenaza.

La mano de un extraño también aportó cierto confort, pero en menor grado. "El efecto de este sencillo gesto de apoyo social es que el cerebro y el cuerpo no tienen que trabajar tan duramente, están menos estresados en respuesta a una situación de amenaza", afirma James A. Coan, psicólogo de la Universidad de Virginia y principal autor del estudio.

El relajarse ante una amenaza percibida no es siempre una buena idea. El sistema de alerta del cerebro, que induce la liberación de hormonas del estrés que incrementan el ritmo cardiaco y transportan sangre a los músculos, dispone a la gente a luchar o a correr para salvarse, señalan los investigadores. Pero este sistema a menudo se torna excesivamente activo en situaciones que resultan acuciantes, pero no peligrosas para la vida, como las preocupaciones por una relación, los plazos perentorios, los problemas económicos o determinados deberes. Un fácil acceso a un contacto afectivo en esos momentos -que puede ser en forma de abrazo, masaje o simplemente cogerse de la mano- "es algo muy positivo, muy tranquilizador", dice Coan. El contacto más reconfortante se produjo entre las "superparejas", cuyos resultados en el cuestionario matrimonial reflejaban una relación extremadamente íntima, descubrió el estudio.

La región cerebral que participa en la previsión del dolor resultó especialmente sensible a este estrecho vínculo de pareja, lo cual indica que un contacto entre una pareja unida puede mitigar la sensación de dolor físico, que está relacionada con el nivel de previsión. Todo ello explica también por qué la retirada o la falta de un contacto afectivo puede resultar tan sobrecogedora.

En una investigación publicada a finales del año pasado, Glaser y su esposa, Janice Kiecolt-Glaser, afirmaban que las heridas o las ampollas perduran más durante los conflictos conyugales. Y el rechazo, la retirada definitiva del contacto, se registra en el cerebro de una forma muy similar a una descarga en el tobillo, señala Lucy Brown, neurocientífica de la Universidad Albert Einstein de Medicina. El temor a las descargas estimuló una región del cerebro que "se encontraba activada en las personas que miraban a un ser querido que recientemente las había rechazado", escribe Brown. "El amor entraña sus riesgos", añade. También "puede hacernos muy desgraciados".

© The New York Times

JAVIER PASTOR
JAVIER PASTOR

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