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Reportaje:

Cité Soleil vela armas en vísperas de las elecciones

Los vecinos del barrio más violento de Haití, bastión de Aristide, se movilizan para votar

En el puerto de Cité Soleil, un barrio marginal y conflictivo de la capital de Haití, un grupo de mujeres critica al Gobierno y a las fuerzas de Naciones Unidas, a las que hacen responsables de sus penurias. La pesca apenas llega al barrio por falta de recursos y las frutas y verduras escasean en el mercado. A un día de los comicios generales de Haití, las preocupaciones de los habitantes del barrio más pobre y violento de Puerto Príncipe, la capital del país, tienen que ver más con las precarias condiciones de vida que con los resultados electorales. Quienes quieran votar tendrán que hacerlo fuera de Cité Soleil, ya que en el barrio no ha sido instalada una sola mesa de votación por falta de garantías.

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Jameson, un joven de mirada incisiva, acusa a "quienes quieren impedir que votemos" y, mientras hace el signo de la victoria, grita "Préval, Préval". El candidato del movimiento La Esperanza, René Préval, favorito en las últimas encuestas, es el ídolo de Cité Soleil. Su nombre está en boca de todos y en numerosas pintadas que dan por hecho que será el próximo presidente de Haití. Sus rivales acusan a Préval de seguir vinculado al ex presidente Jean Bertrand Aristide, pero en este inmenso suburbio de 200.000 habitantes, esto no es un ningún insulto, sino todo lo contrario. La sombra del gobernante depuesto en febrero de 2004 planea en Cité Soleil como en ningún otro rincón del país. Los chimères, los grupos armados que siembran el terror dentro y fuera del barrio, son la herencia del régimen del sacerdote salesiano que fundó el movimiento Lavalas.

El edificio de la autoridad portuaria de este barrio de 200.000 habitantes fue incendiado el año pasado después de haber sido habilitado para los soldados de la Misión de Naciones Unidas. Igual suerte corrió el cuartel de la Policía, cercano al puerto. La presencia del Estado desapareció de un plumazo y hoy ni la policía haitiana ni los cascos azules se atreven a entrar en Cité Soleil, si no es para un operativo en busca de armas.

Las estadísticas del hospital Sainte-Catherine, gestionado conjuntamente por el Ministerio de Salud y la ONG Médicos sin Fronteras, certifican la espiral de violencia. En noviembre hubo 34 heridos por arma de fuego, 80 en diciembre, y 103 en enero. "El 50% de los heridos son mujeres, niños y ancianos", precisa Loris de Filippi, jefe de misión de MSF en Haití. "Los heridos casi siempre acusan a la Minustah (Misión de la ONU), cuando muchas veces no saben de dónde vienen las balas. Además, aquí hay mucha violencia doméstica contra las mujeres", explica el cirujano Gary Jacquet.

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Un oficial de enlace de MSF mantiene contactos con los soldados de la ONU y los jefes de las bandas armadas para garantizar la seguridad de los convoyes médicos que entran a Cité Soleil. "Nunca atacan a nuestros camiones y ambulancias. Nos respetan. De lo contrario ya nos habríamos ido", dice Carlo Belloni, cirujano jefe, que trabaja en un hospital de Verona y se escapa en cuanto puede para ayudar a Haití.

Un grupo de religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul trabajan desde hace décadas en Cité Soleil, donde han puesto en pie una escuela que atiende a 1.200 niños, un centro de recuperación nutricional y un taller de formación para mujeres. Hay monjas españolas, italianas y haitianas. Una de ellas explica que desde hace semanas dormían "debajo la cama, con las balas silbando por todas partes". "Hay rumores de que les han dado dinero para silenciar las armas", dice una vecina.Los seguidores de Preval dan una charla sobre la jornada electoral a un centenar de interventores. "Si no podemos votar aquí iremos todos en masa en tap-tap (microbús) a votar por Préval", grita un asistente, para quien Préval representa la esperanza en el país más pobre de América.

<i>Cascos azules</i> uruguayos ayudan a transportar urnas hacia un colegio electoral de Puerto Príncipe.
Cascos azules uruguayos ayudan a transportar urnas hacia un colegio electoral de Puerto Príncipe.REUTERS

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