Imágenes desde la prisión
Desde la falta de libertad, las fotografías construyen un mensaje para el mundo exterior
En la Sala Oberta de la Universitat de València, en el edificio histórico de la Nau, se exhiben las fotografías gestadas en un encierro. Son las imágenes realizadas por un grupo de internos del Establecimiento Penitenciario de Valencia, en Picassent, fruto de uno de los talleres, el de fotografía, que la Universitat imparte en la prisión.
Desde la falta de libertad, este medio centenar de fotografías construye un mensaje para el mundo exterior. De las experiencias vividas; de la lucha contra el tiempo; de la infinita soledad y las esperas interminables; de los espacios por los que transitan... Ante la imposibilidad de salir, las barreras físicas se sortean a través de metáforas, que en su mayoría, al igual que este curso, sirve de medio de evasión, de válvula de escape para los que cumplen penas.
Una funcionaria del centro de Picassent se refiere a la "autenticidad y fidelidad de las imágenes reproducidas". Y es que la exposición captura las ventanas del economato; los cuerpos autolesionados de algunos reclusos con tatuajes en la piel; las sesiones de gimnasio para moldear el cuerpo y el tiempo; el hormigón, los barrotes y la espinosa malla de concertina; los pasillos infinitos y las puertas de las taquillas estampadas con carteles de No a la guerra, el épico Renault de Alonso y, mujeres, muchas mujeres de exuberantes y deseadas formas. También se alude a la libertad a través de montajes con pájaros, nubes o flores.
Pep Pelechà, el comisario de la exposición y profesor del curso, subraya que "es la experiencia docente" que más le ha marcado: "Todos los alumnos mostraban una actitud hacia la imagen y hacia la fotografía que me ha impresionado. Había mucha voluntad, estaban muy dispuestos", afirma orgulloso del trabajo. Partiendo de la nada, y en menos de 100 horas de taller, los alumnos, aclara Pelechà, "han conseguido conocer el uso de las cámaras réflex digitales y aprender a manipular posteriormente la imagen a través del ordenador". Además de "construir colectivamente un mensaje. Porque detrás de cada fotografía, hay una relación conjunta, un grupo de alumnos, que ha conseguido traspasar la función de espectador para convertirse en emisor", concluye.
"Es el camino de visibilidad y de mostrar que en Picassent no se producen sólo cosas negativas sino también positivas", comentó, durante la presentación de la exposición, el vicerrector de Cultura, Rafael Gil, de una universidad que, en 2004, recibió una distinción del Ministerio del Interior por las acciones desarrolladas en el penal. El proyecto conjunto arrancó hace dos años, aunque incrementó ostensiblemente el curso pasado con la realización de cinco talleres (escritura, fotografía, montaje audiovisual, violencia doméstica y teatro) realizados entre junio y septiembre, con la colaboración del Taller de Audiovisuales y el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universitat. Además, la institución cedió veinte ordenadores para mejorar las condiciones de edición de la revista que los internos maquetaban y escribían con un ordenador y una máquina de escribir.
"La forma del tiempo en la cárcel puede y debe ser ocupado por la cultura", reflexiona Alfred M., un interno que aboga por considerar la cárcel como "una cuestión social" para que los reclusos "se valoren a si mismos, mediten sobre sus errores y tomen conciencia de su situación".
El director del centro, José García Pardo, dio las gracias a la Universitat "por sembrar la maravillosa semilla de la cultura". Miradas limitadas. Imágenes desde la prisión permanecerá abierta hasta el 26 de febrero.
No obstante, la exposición no es el único producto por el que los internos se convierten en protagonistas, mientras escapan de su realidad a través del ejercicio de evasión de la cultura. Por segundo año consecutivo, la Universitat ha editado un libro con los relatos de los internos. Palabras de un sueño salió de un concurso literario con Javier Sarti, Susana Fortes y Alfons Cervera, como jurado. Muchos de los participantes han acudido previamente al curso literario que altruistamente imparte el escritor Alfons Cervera.
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