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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un aventurero de las formas

Anatxu Zabalbeascoa

Los grandes libros desvelan las mejores historias sin necesidad de contarlas. Así, esta monografía sobre el diseñador y arquitecto húngaro Marcel Breuer (1902-1981), que comenzó construyendo muebles como autodidacto y terminó levantando edificios monumentales por todo el mundo, recoge minuciosamente los inicios, la evolución, los logros, los fallos y hasta las dudas del autor del Museo Whitney, de Nueva York. Pero el libro cuenta también la vida de un emigrante avispado, los hallazgos de un joven inventor, las satisfacciones de un aprendiz crecido, el refugio de un hombre en su casa y la perplejidad de un cosmopolita que, al final de sus días, no acababa de entender.

Poder analizar con deta-

MARCEL BREUER. Diseño y arquitectura

Alexander von Vegesack y Mathias Remele (editores)

Traducción de Elba López

Vitra Design Museum y Fundación ICO

Madrid, 2005

448 páginas. 57 euros

lle la progresión de un creador es una lección que se agiganta, además, si el análisis llega pasado el tiempo. Se puede entonces valorar su estela: el calado de su huella. Hoy sabemos que la primera arquitectura de casas sencillas y la última de edificios escultóricos que firmó Breuer sufrieron el vaivén de la crítica. En el verano de 1981, cuando el arquitecto murió en Nueva York, apenas se valoraban sus últimos edificios -la iglesia de San Francisco de Sales, en Michigan, o la sede de la Unesco, en París-, aunque nueve años antes el Metropolitan Museum de Nueva York le hubiera organizado la primera retrospectiva a un arquitecto vivo.

Ahora, 25 años después, la fama de este diseñador que inventó los muebles de tubo de acero a partir del manillar de su bicicleta y, sobre todo, la del arquitecto que supo hacer hablar al hormigón, ha renacido. Lo ha hecho explícitamente de la mano de la opinión de expertos, catálogos como éste y la exposición que será itinerante durante casi cinco años. Pero también puede sobreentenderse de forma implícita, en los préstamos de los mejores proyectistas actuales. Las ventanas del Auditorio de León, de Tuñón y Mansilla, son más reconocimiento que recuerdo. Y la Casa de Música de Oporto, del holandés Rem Koolhaas, si no es un homenaje al Begrisch Hall, de la Universidad de Nueva York, de Breuer es directamente un hurto.

Crecido con vocación de escultor y formado en talleres, Breuer eligió vivir en una casa sencilla. Amueblada con sus butacas de contrachapado y tubo de acero, con una cocina abierta tras una ventana corredera. Las fotografías de época lo muestran almorzando con Gropius y Le Corbusier, jugando al ajedrez con su hijo, recibiendo felicitaciones de Willy Brandt, visitando una obra con traje y sombrero o sonriendo con timidez al lado de Jackie Kennedy cuando la viuda de América se acercó a ver las obras del nuevo Museo Whitney.

Breuer tuvo sus primeras

ideas fijándose en las cosas. Las últimas, adivinándolas. Como ocurre con los grandes artistas, murió con muchas más dudas que cuando con poco más de treinta años se lanzó a cruzar el Atlántico para convertirse en uno de los arquitectos más famosos del mundo. Este libro cuenta esa historia de la mano de expertos como Isabelle Hyman, que publicó la primera monografía exhaustiva sobre Breuer en el año 2001, y con los recuerdos de testigos, como su amigo íntimo el arquitecto I. M. Pei. Y cataloga sus diseños y sus edificios poniéndolos en contexto.

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