Los presagios de Balzac sobre la abstracción

"Colores confusamente amasados y contenidos por una multitud de líneas extrañas que forman una muralla de pintura". El escritor Honoré de Balzac definió con estas palabras un cuadro del pintor Frenhofer en su cuento La obra maestra desconocida (1831), cerca de un siglo antes de que llegase la abstracción a la pintura. Poco más de 40 páginas que han provocado centenares de reflexiones en artistas y teóricos desde que se publicó. El Museo Artium de Vitoria presenta ahora su exposición más ambiciosa, en la que pone en diálogo el momento artístico en que se desarrolla el relato (el siglo XVII, con Rubens y Rembrandt), la recepción que tuvo en el XIX (Cézanne) y sus expresiones contemporáneas (desde Kandinsky y Picasso hasta Rothko y De Kooning).

"El tema que subyace en el relato es el fracaso de la razón", señala González de Durana

La del Artium (www.artium.org) es una exposición compleja, cuidada al detalle, que atiende tanto al relato de Balzac como a las reflexiones que ha provocado desde hace 175 años. El director del museo vitoriano, Javier González de Durana, insistió ayer en su presentación en la necesidad de leer el relato -el propio centro ha publicado una versión traducida al castellano y al euskera y además una breve sinopsis- antes de adentrarse en la exposición. En La obra maestra desconocida, Balzac describe la tensión que vive un veterano creador, Frenhofer, reconocido por su habilidad pictórica, con un cuadro en el que lleva más de 10 años trabajando y que nunca ha mostrado al público.

Es el retrato de una mujer, a quien el artista intenta atrapar en toda su compleja belleza. Frenhofer, un autor nacido de la imaginación del escritor francés, recibe la visita de dos pintores reales de la época en que se sitúa el relato, a principios del XVII: Nicolás Poussin y Françoise Porbus. Ambos, después de presentar a Frenhofer a la joven Gillete para que le sirva como modelo, convencen al viejo pintor para que les conduzca a su estudio. Al final, accede a enseñarles su cuadro, que Balzac describe como "un caos de colores, de tonalidades, de matices indecisos, especie de niebla sin forma". Poussin y Porbus se horrorizan y salen defraudados. El prestigioso Frenhofer, entre loco y visionario, fallece al día siguiente.

"El tema que subyace en el relato es el fracaso de la razón. En este caso se manifiesta en el rechazo del público, los dos pintores jóvenes, hacia la obra del veterano. Es un momento, aquellos primeros decenios del XIX, en los que el artista, ante la caída del Antiguo Régimen, no sabe para quién pinta", comentó ayer González de Durana en la presentación de la muestra, de la que él mismo es comisario y que ha sido copatrocinada por Bancaja. Recoge cerca de 200 obras, presentadas en un gran espacio de 1.500 metros cuadrados del museo vitoriano.

La exposición ha sido dividida en cinco partes, siempre inspiradas en el relato de Balzac. La primera queda expresamente dedicada al escritor francés, con cuatro esculturas de Rodin, relacionadas con su Monumento a Balzac, una obra en la que trabajó de forma obsesiva el escultor a lo largo de casi 10 años. La ansiedad de Rodin resulta paralela a la que tuvo el autor de la imponente La comedia humana con su relato: en esta sala se exhiben el manuscrito original del cuento y hasta nueve pruebas de imprenta corregidas a conciencia, excelente espejo de la tenacidad del pintor que protagoniza el relato.

Los expertos consideran que Balzac situó su relato dos siglos antes para evitar las suspicacias de sus coetáneos. Así que las referencias principales son Rubens y, sobre todo, Rembrandt, protagonistas de la segunda sala de la muestra, sin olvidar a los secundarios Poussin y Porbus. De este último se presentan dos retratos de María de Médicis. Poussin, el más joven, está presente con un dibujo a mano alzada, ágil y dinámico, como el que realiza en la ficción a propuesta de Frenhofer.

El resto de esta segunda sala, con los muros teñidos de rojo, se dedica a la tarea de Rubens y Rembrandt en el grabado. Por cierto, este último seguirá apareciendo a lo largo de la exposición, como buen reflejo de la conversación que el arte va manteniendo a través de los siglos. El primer encuentro será con Cézanne, aquel que dijo "Frenhofer c'est moi" al reconocerse en el sufrimiento del viejo autor ante la dificultad de la pintura. Cézanne comparte espacio en la tercera parte de la muestra con Kandinsky, el primero que investigó la abstracción como tal de forma deliberada y de quien se recogen grabados y acuarelas. Añade González de Durana: "Dejémoslo claro; el cuadro que describe Balzac es para él un no-cuadro, una pintura fallida".

El siguiente invitado es Picasso, vinculado con el escritor francés desde múltiples puntos de vista. Incluso ilustró una edición del cuento en el centenario de su publicación. Las reflexiones que suscita Balzac acerca del artista, la obra de arte y el público fueron el motor de muchos de los grabados del artista malagueño, como prueba que los protagonistas del relato figuren en alguno de los títulos. Y alguna devoción debía sentir Picasso por el escritor cuando decidió establecer su estudio en la parisiense calle de Grands-Augustins, donde se sitúa la acción del relato. Ésta es la razón por la que se suman a la exposición las fotografías que Dora Maar realizó mientras Picasso pintaba el Guernica.

Si Kandinsky se exhibía en una sala pintada en verde eléctrico, guiño al atrevimiento de las vanguardias del siglo XX, los grabados y pinturas de Picasso se presentan sobre fondo salmón, mientras que para el quinto y último apartado se ha optado por el blanco. No extraña. La abstracción es el mayor enfrentamiento que puede suscitar el lienzo desnudo y La obra maestra desconocida concluye con quienes consideraron a Frenhofer como un visionario. Grandes cuadros de Rothko, De Kooning, Krasner, Esteban Vicente, Tàpies, Miró, Ramos Uranga, Basquiat... son los elegidos para el fin de fiesta. Tres obras han sido creadas expresamente para esta ocasión: dos lienzos de Carmelo Ortiz de Elguea y José Luis Zumeta, y un tríptico fotográfico de Joan Fontcuberta.

Con motivo de la exposición, abierta hasta el próximo 28 de mayo, se ha editado un catálogo que incluye textos de expertos como el filósofo Arthur C. Danto, el catedrático Francisco Calvo Serraller, Brigitte Leal o el propio González de Durana. Un ciclo de cine, con películas seleccionadas por Vicente Molina Foix, entre ellas Nocturno, de Pere Portabella y Joan Brossa, y Basquiat, de Julian Schnabel, completa la apuesta del Artium.