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Crítica:Signos
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una gran antología poética del Siglo de Oro

El Siglo de Oro reúne la mayor eclosión de talentos literarios que ha vivido nunca España. Escritores de la talla de Góngora, Quevedo, Calderón o Lope dan forma a una lengua que ha atravesado el Atlántico y cuyas palabras se extienden hasta hoy entre Norteamérica y Tierra de Fuego. Valladolid fue el escenario en 1605 -el año de la publicación de la primera parte del Quijote- de la aparición de la antología impresa de poesía española más significativa del Siglo de Oro. El antequerano Pedro Espinosa ordenó esa milagrosa Flores de poetas ilustres, que recogía 248 poemas de 61 autores. La Fundación José Manuel Lara ha reeditado recientemente en Sevilla está obra fundamental del siglo XVII en su colección Clásicos Andaluces. La edición ha estado a cargo de Belén Molina Huete.

FLORES DE POETAS ILUSTRES

Pedro Espinosa

Fundación José Manuel Lara

629 páginas. 25 euros

S. B.

Pedro Espinosa realizó con Flores de poetas ilustres una propuesta estética que daba la cara por el manierismo. Los grupos poéticos suelen lanzarse a la arena con publicaciones y apoyos mutuos. Vivir en soledad como poeta, sin el calor de los amigos y colegas, garantiza una existencia complicada. Otra cosa es la posteridad. En ella quedan fijados los grandes poetas porque entonces sólo vale la obra. Se desvanece la memoria del escritor mediocre que gozó en vida de halagos y zalemas por su condición de poderoso.

Flores de poetas ilustres presentaba desde el corazón de Andalucía la oferta de un canon que tenía como principal referente el grupo antequerano-granadino, del que formaban parte autores como el propio Espinosa, Barahona de Soto, Martín de la Plaza y Tejada. A estos se unían poetas sevillanos como Arguijo, Alcázar y Escobar. Todos estos poetas se acogían al magisterio del genio inmarchitable e invencible de Góngora, protagonista en la selección.

Tampoco faltaban las evocaciones horacianas de Lupercio L. de Argensola, los primeros lances de un joven Quevedo e, incluso, la presencia testimonial de Lope. A todos ellos les acompañaban poetas menores que han caído en el olvido. En fin, el libro muestra el paisaje literario de un siglo irrepetible.

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