Noticias de EE UU: Bernanke, Enron
Alan Greenspan presidirá mañana su última reunión del Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed), tras más de 18 años de hacerlo con continuidad, de manera indistinta con administraciones republicanas o demócratas. Le sucede en el cargo un académico, Ben Bernanke, catedrático de la Universidad de Princeton y hasta ahora presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. La primera medida que tomará Bernanke, en aras a la continuidad de la era Greenspan, será renunciar a su teoría de concretar un "objetivo de inflación" -que hasta ahora había defendido- como lo hace, por ejemplo, el Banco Central Europeo.
La coyuntura que recibe de herencia Bernanke es básicamente buena: la economía crece a un ritmo del 3,5%, en una situación casi de pleno empleo e inflación moderada, y con unos tipos de interés más o menos en su banda natural. Pero las tendencias son un poco más preocupantes: el déficit público de 2006 oscilará entre los 337.000 y los 400.000 millones de dólares (según la fuente sea la Oficina de Presupuestos del Congreso o la Casa Blanca), y ello sin incluir los gastos de ayuda a los damnificados de los huracanes y los gastos de la guerra de Afganistán y de la invasión de Irak; el déficit por cuenta corriente supera el 6% del PIB y las familias están sobreendeudadas, con tasas de ahorro equivalentes a cero, y con una burbuja inmobiliaria de la que no se sabe cuando cesará de crecer.
A esos interrogantes se les une el crecimiento del PIB del último trimestre de 2005, que fue tan sólo del 1,1%, casi dos puntos menos de lo esperado por los analistas y tres puntos menos que el trimestre anterior. Ese enfriamiento brusco se debió, sobre todo, a la debilidad del consumo privado, que supone dos terceras partes del PIB. Hay quien interpreta este último dato por la continua baja del poder adquisitivo de los salarios. De lo que se trata es de saber si la reducción del crecimiento es un dato coyuntural o una tendencia a medio plazo.
Durante sus casi cuatro lustros como gobernador, Greenspan tuvo que enfrentarse a algunas crisis. Entre ellas no fue la menor la recesión de principios de siglo, acompañada de la incertidumbre generada por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y, casi a continuación, la aparición de una serie de escándalos corporativos que pusieron en cuestión la honorabilidad del sistema empresarial. Los casos más sonados de estos escándalos fueron las dos mayores suspensiones de pagos de la historia económica de EEUU, los de las empresas energética y de telecomunicaciones Enron y WorldCom, denominadas "las Torres Gemelas del capitalismo americano".
Hoy, casi coincidiendo con el relevo de la Fed, comienza el juicio de los dos más altos responsables de Enron, Kenneth Lay y Jeffrey Skilling, que tendrán que explicar cómo Enron pasó de ser una pequeña empresa de gas en Texas al séptimo grupo empresarial de mayor valor en EEUU, antes de derrumbarse y arrastrar consigo a miles de trabajadores que se quedaron sin empleo y sin fondo de pensiones, y a decenas de miles de inversores que vieron cómo el valor de la acción pasaba de más de 85 dólares a algunos centavos de dólar. Mientras eso ocurría, Lay, Skilling y otras decenas de altos directivos vendían sus acciones antes de caer y cobraban suculentas indemnizaciones.
Hay otro aspecto de Enron que merece rememorarse hoy: el capitalismo de amiguetes. Según la organización no gubernamental Centro de Políticas Responsables, entre 1990 y 2002, Enron y sus directivos donaron seis millones de dólares al mundo político; de ese total, 623.000 dólares fueron a las arcas privadas de la campaña de Bush. 188 congresistas y 71 senadores (incluyendo entre éstos a 19 de los 23 miembros del Comité de Energías del Senado) recibieron contribuciones de Enron. El 78% del total fue a parar a los republicanos, y el resto a los demócratas.
¿A quien le puede extrañar que las propuestas de Enron fueran la base del plan energético elaborado por el vicepresidente Cheney, bajo la supervisión directa de la Casa Blanca?
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